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Afganistán: misión incumplida

Napoleón decía: "primero uno se mete y luego ya se verá". En la guerra hay muchas cosas que no se ven hasta que no se está dentro, pero la moda americana es no entrar más que con una "estrategia de salida" por delante.

En pleno Vietnam, un demócrata aconsejó declarar victoria y largarse. Ese es el consejo que parece inspirar ahora a Obama, que el 22 por la tarde anunció el comienzo de la reducción de fuerzas en Afganistán.

Napoleón decía: "primero uno se mete y luego ya se verá". En la guerra hay muchas cosas que no se ven hasta que no se está dentro, pero la moda americana es no entrar más que con una "estrategia de salida" por delante. Obama lo ha perfeccionado entrando con fecha de caducidad. Las guerras a plazo fijo contentan a cualquier enemigo. En diciembre del 2009 decidió enviar otros 33.000 militares anunciando que comenzaría a retirarlos un año después de que hubiesen llegado todos, es decir, el julio que viene. Al menos los primeros 10.000 tienen hasta fin de año para completar la retirada. Ahora toca conseguir que permanezcan durante toda la decisiva campaña del verano y que no comiencen a marcharse hasta que la guerra empiece a invernar, como es la práctica en el país.

Lo verdaderamente malo es que los otros 23.000 de la última ronda han de volver "para el próximo verano", por tanto cuando son más necesarios allí, aunque también en plenas elecciones presidenciales americanas. Obama basa su decisión en algo muy parecido a una declaración de victoria. Es verdad que, con los refuerzos recibidos, Petraeus ha destalibanizado los dos principales bastiones de los rebeldes fundamentalistas, las grandes provincias meridionales de Kandahar –cuna del movimiento– y Helmand. Ha tomado todas sus bases. En la campaña actual están recurriendo al terrorismo urbano, sobre todo en la capital de la primera, segunda ciudad del país. Muy espectacular, y por tanto con importantes repercusiones propagandísticas, pero no es un indicio de fuerza, sino más bien de lo contrario.

Para completar los objetivos que Obama les había asignado era necesario hacer los mismos en las provincias del Sureste, entendiendo por Sur la frontera con Pakistán. La presencia talibán no es tan fuerte pero su importancia estratégica es ahora decisiva, como zona de contacto con los vitales santuarios y retaguardia estratégica en el país vecino. Con 10.000 soldados menos es difícil mantener lo conseguido. Con 33.000 menos será, casi seguro, imposible extender la hazaña a esas provincias del Sureste. Misión incumplida. A partir de ahí, todo se puede venir abajo. Un esfuerzo de 10 años. Las cifras de las fuerzas armadas y de seguridad locales –160.000 y 126.000–, construidas con dinero e instructores ante todo americanos, como siempre, pero también aliados, son impresionantes, pero están bastante verdes. Lo que puedan hacer en combate sin los americanos está por ver o más vale no verlo.

Una expresión inglesa habla de "arrancar la victoria de las fauces de la derrota", cuando todo está yendo mal y con un esfuerzo supremo se invierte decisivamente la situación. Jugando con las palabras se la da la vuelta a la frase. "Arrancar la derrota de las fauces de la victoria" podría muy bien ser lo que está haciendo Obama.

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