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Berlusconi, fase superior del progresismo

¿No disfrutan tanto como nosotros viendo a la izquierda enfadarse con un Berlusconi que defiende lo mismo que ella?

¿No disfrutan tanto como nosotros viendo a la izquierda enfadarse con un Berlusconi que defiende lo mismo que ella?

La germanofobia se ha convertido en los últimos años en una pieza esencial del discurso progresista europeo: el recurso facilón al pasado alemán, al Reich y al imperialismo germano se ha unido en las mentes izquierdistas al rechazo al control del gasto público y a las medidas de austeridad propias del liberalismo. No es muy sutil, pero desde Rubalcaba al 15-M el argumento es el mismo: la culpa de nuestras penurias la tienen los alemanes.

Pero he aquí que la izquierda europea ha descubierto que la germanofobia no es ya patrimonio suyo: Berlusconi ha regresado de la tumba política para encabezar el discurso contra la austeridad y contra la gestión de Merkel. Ha adelantado a los partidos socialistas y comunistas en populismo, y ahora los mismos progresistas que repetían que la austeridad es un crimen, y que estamos ante el IV Reich, se ven coincidiendo con el polémico político italiano punto por punto. Con la diferencia de que éste sí puede tener éxito.

Es difícil saber si Berlusconi tiene algún proyecto en mente que no pase por zafarse de la Justicia, regresar al poder y ejecutar su venganza. El caso es que su discurso le enfrenta tanto a las exigencias tecnocráticas comunitarias como a la doctrina liberal-conservadora de control de gasto público. Puramente irresponsable y relativista, y puramente progresista si no fuese porque a todo lo anterior parece querer añadir un fuerte discurso nacionalista, a lo que el socialismo español tiene alergia, salvo que el nacionalismo sea catalán o vasco.

Ese es, precisamente, el argumento que puede convertir a Berlusconi en el ariete exitoso del antiliberalismo europeo Su discurso es disparatado, sí. Es injusto, sí. Llevará a Italia por el camino de la perdición si convence al electorado, sí. Lo mismo podría decirse de los progresistas. Pero, a diferencia de éstos, que deambulan sin proyecto ni posibilidad de éxito, Berlusconi podría llevarse el gato al agua.

No sabemos qué ocurrirá en Italia, pero, mientras tanto, ¿no disfrutan tanto como nosotros viendo a la izquierda enfadarse con un Berlusconi que defiende lo mismo que ella?

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