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Defenderse de los piratas

Se explora la posibilidad de faenar en nuevos caladeros abiertos en Kiribati, en el Pacífico Sur; y además, el secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez, aludía el 15 de septiembre a que dichos barcos cuenten con seguridad privada armada.

El curioso debate abierto en España ante la reciente proliferación de intentos de asalto a atuneros vascos –hay actualmente en el Índico un total de 17 barcos españoles faenando y llegan a los 54 si los sumanos a franceses e italianos– en aguas situadas entre Somalia y las Seychelles nos obliga a aproximarnos a la situación en este Estado africano en descomposición, tanto en el mar como en tierra.

El atunero congelador bermeano Alakrana evitó de milagro ser capturado el 3 de septiembre a 495 millas de la costa somalí; luego le tocó el turno, el día 7, al también bermeano ‘Campolibre Alai’ a 460 millas de la costa; y el día 9 el también vizcaíno ‘Intertuna II’ lograba evitar otro ataque a 420 de la costa. Se teme que ahora que termina, a mediados de septiembre, la época de los monzones, los piratas podrán además operar aún más mar adentro y ante tal situación –tras la captura del ‘Playa de Bakio’ en abril de 2008 otros dos atuneros también vascos eran atacados, el ‘Playa de Anzoras’ y el ‘Felipe Ruano’, este último el pasado marzo– se buscan soluciones.

Soluciones no muy heroicas. Por un lado se explora la posibilidad de faenar en nuevos caladeros abiertos en Kiribati, en el Pacífico Sur; por otro, el secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez, aludía el 15 de septiembre a que dichos barcos cuenten con seguridad privada armada. El Ministerio alude a la imposibilidad legal de que nuestros pesqueros cuenten con presencia militar a bordo –los franceses una vez más nos superan pues hay infantes de marina en sus pesqueros– y hace referencia al papel que podría jugar la fragata ‘Canarias’ que zarpó el 10 de agosto de Rota para sustituir a la ‘Numancia’ en la Operación Atalanta’. Poca cosa: a diferencia de España, Francia es especialmente activa sobre el terreno somalí y actualmente la Legión Extranjera está entrenando a 500 civiles somalíes en su base de Yibuti.

Mientras tanto, en tierra hay ciertos progresos aunque aún no nos permiten vislumbrar atisbos de un cambio que podría ayudar a neutralizar las bases de los piratas. El 14 de septiembre fuerzas especiales estadounidenses mataban a Salé Alí Salé Naban, acusado de atacar en 2002 en Kenia un hotel y un avión comercial israelí, y el 19 de agosto tropas leales al Gobierno Federal de Transición (GFT) recuperaban el control de la ciudad meridional de Lugh, hasta entonces en manos de terroristas del Hizb Al Islam. Pero son medidas reactivas aisladas que no se enmarcan en una estrategia ofensiva contra los yihadistas salafistas y que, por tanto, no auguran cambios permanentes sobre el terreno ni mucho menos de control de sus casi 3.000 kilómetros de costa. Tras su reunión con el presidente del GFT, la secretaria de Estado Hillary Clinton aseguró en Nairobi el 6 de agosto que los Estados Unidos tomarían medidas contra Eritrea si este país árabe sigue apoyando a los terroristas de Al Shabab. 

Pero éstos están intensificando su ofensiva. Tras haber asesinado en un atentado suicida producido el 18 de junio al ministro somalí de Seguridad Interior, Omar Hashi Aden, y a otras 30 personas, los yihadistas asaltaban el 17 de agosto instalaciones del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en el sur y cuatro días después provocaban la muerte de una veintena larga de personas en un asalto en Mogadiscio contra la sede de la Misión de la Unión Africana (AMISON). Las amenazas constantes tanto de Al Shabab como del Hizb Al Islam contra las misiones de la UA y de la ONU y contra estadounidenses y etíopes, considerados todos ellos valedores del Gobierno apóstata ahora dirigido por su antiguo correligionario, se plasman en una sangrienta ofensiva sobre el terreno mientras que el mundo no sabe cómo actuar para enderezar la situación.

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