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Doble rasero

Aznar ha sido el mejor exponente de la voluntad de vencer al terror. Esa determinación ha sido decisiva para cambiar la mentalidad de una sociedad que parecía resignada a tener que convivir eternamente con el terrorismo

El Gobierno socialista sigue empecinado en que no todos los terrorismos son iguales. Esto significa que tampoco la respuesta que debe darse al terrorismo es la misma. Así, con la misma energía que niegan cualquier contacto con ETA en el plano interior, consideran que sólo el dialogo y la negociación permitiría resolver fenómenos terroristas como el chechenio o el palestino.
 
El problema es que su firmeza frente al terrorismo de ETA es más aparente que real. Estamos convencidos de que a nada que la coyuntura le sea propicia, Zapatero explorará el dialogo con los etarras en el convencimiento de que así podrá acelerar el final de la banda terrorista y pasar a la historia como "ZP, el pacificador". No es descartable tampoco que sus socios parlamentarios, con Carod Rovira a la cabeza, no terminen imponiéndole esa negociación.
 
La debilidad de ETA es una de las mejores herencias que el PSOE podría haber recibido de los gobierno del PP. A esta debilidad se ha llegado con una política de extraordinaria firmeza que ha reducido a la mínima expresión las áreas de impunidad en las que se desenvolvía todo el entramado etarra.
 
Aznar ha sido el mejor exponente de la voluntad de vencer al terror. Esa determinación ha sido decisiva para cambiar la mentalidad de una sociedad que parecía resignada a tener que convivir eternamente con el terrorismo. Hoy la sociedad española sabe que frente al terrorismo de ETA no valen las concesiones, sino que es la firmeza la que ha permitido debilitar y logrará derrotar en última instancia a esta banda asesina. Por eso Zapatero se cuida mucho de dar síntomas de debilidad en este terreno. La sociedad española no se lo consentiría.
 
Otra cosa es el terrorismo islamista. En este asunto Aznar no tuvo tiempo de ejercer su pedagogía. Es más, muchos españoles aún creen que el 11-M fue consecuencia de nuestro alineamiento con Estados Unidos en Irak y que una vez desertamos de esa empresa estamos a salvo de nuevos atentados. De igual modo, muchos piensan que el infierno de Beslán sería consecuencia de la represión rusa en Chechenia y los atentados palestinos de la ocupación israelí de Palestina.
 
Esto implica que discrepamos en los medios, pero tenemos una cierta comprensión de las causas que generan y justifican este tipo de terrorismo. Por ello, la solución no estriba tanto en lograr la derrota de estos asesinos como en buscar acuerdos políticos en los que no haya ni vencedores ni vencidos. Así, según insiste Moratinos ante los embajadores españoles, el dialogo y la negociación, no las armas ni los soldados, son las mejores instrumentos para combatir el terror.
 
El problema de esta teoría no es sólo que estemos dando aliento al terrorismo islamista al facilitarle la consecución de sus objetivos políticos, sino que esta doctrina del dialogo termine aplicándose a la propia ETA. La sola esperanza de una negociación con el Estado puede resucitar a esta hoy moribunda organización.
 
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos

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