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El ausente Chávez arrasa a la oposición

El Partido Socialista Unido de Venezuela se está transformando en una especie de peronismo, con un ausente o mártir al que se invoca en los mítines.

El Partido Socialista Unido de Venezuela se está transformando en una especie de peronismo, con un ausente o mártir al que se invoca en los mítines.

Desde su cama en un hospital cubano, Hugo Chávez ha ganado las elecciones regionales. Tradicionalmente, en Venezuela se han celebrado todas las elecciones juntas en diciembre; hace unos meses, debido al estado de salud de Chávez, el Consejo Electoral Nacional, en una decisión partidista, las separó y adelantó al 7 de octubre las presidenciales. En esa fecha, Chávez obtuvo la reelección para seis años más, hasta 2018, salvo que Dios lo impida. Ahora ha redondeado su triunfo: los candidatos de la oposición sólo ganan tres gobernaciones (Lara, Miranda y Amazonas) de veintitrés; entre los opositores victoriosos se encuentra Henrique Capriles, gobernador de Miranda, que disputó la presidencia a Chávez en octubre y que ahora ha vencido por sólo 50.000 votos al exvicepresidente Elías Jaua.

El Partido Socialista Unido de Venezuela se está transformando en una especie de peronismo, con un ausente o mártir al que se invoca en los mítines. Chávez está ascendiendo en vida al rango de Evita, Perón y Néstor Kirchner. El chavismo ha caído en la irracionalidad y el sentimentalismo. En esta campaña el régimen pedió a los venezolanos que diesen una alegría al convaleciente Chávez. Para redondear la faena, usó con fines electoralistas la caja de empresas públicas como PDVSA y Corporelec y la partida de fondos secretos del Ministerio de Interior.

Ahora el régimen dispone de los resortes necesarios para anular el proceso de descentralización y eliminar uno de los pocos espacios políticos que le quedaban a la oposición.

El único consuelo de la oposición, con quince puntos más de abstención, la diferencia con el oficialismo es la misma que en las presidenciales: 55 a 45. La oposición no gana terreno pero tampoco lo pierde, por el momento. La perspectiva de unas nuevas elecciones presidenciales, en el caso de que Chávez no pueda asumir la jefatura del Estado en enero, mantendrá unidos a los resistentes, pero es necesario que se replanteen sus planes y su accionar.

Han de partir de dos hechos: 1) el régimen es una dictadura populista que controla todos los mecanismos estatales; 2), a millones de venezolanos no les importan hechos objetivos como la delincuencia desaforada, la corrupción y los problemas de abastecimiento. Y, sea como fuere, tienen que tener claro que la batalla que se pierde es la que no se da. 

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