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El estado de la Defensa

El de la Defensa europea no es un tema nuevo, pero de aquí a diciembre dará mucho que hablar.

El de la Defensa europea no es un tema nuevo, pero de aquí a diciembre dará mucho que hablar. La armonización de las necesidades militares y la coordinación de la planificación en el ámbito de la Defensa entre los varios Estados miembros son dos de los principales motivos que llevarán a la celebración, el próximo 5 y 6 de diciembre en Bruselas, de la primera cumbre de jefes de Gobierno en seis años relacionada exclusivamente con la Defensa.

Fue el Reino Unido y Francia los que impulsaron una Política Europea de Seguridad y Defensa en 1998, en Saint-Malo. A pesar del fuerte acuerdo entre los países europeos de la necesidad de suplir las peligrosas carencias en capacidades militares, quince años después los avances han sido muy insuficientes. Más recientemente, las expectativas creadas con el Tratado de Lisboa y el establecimiento de las Estructuras de Cooperación Reforzada se han ido disipando con la proliferación de acuerdos bilaterales en materia de Defensa entre países europeos –Reino Unido y Francia, y Francia y Alemania–, en vez de hacerse uso de los instrumentos comunitarios. Y ni qué decir de los Battlegroups –unidades militares europeas preparadas para desplegarse de forma inmediata–, que la UE ha tenido a su disposición desde 2006 y que jamás han sido desplegados, ya sea por las diferentes concepciones sobre su papel, por la complejidad de la toma de decisiones, por la fragmentación de la cadena de mando o por la falta de capacidades.

Entonces, ¿por qué avanzar ahora, por qué impulsar de nuevo una tarea tan compleja? La respuesta podría estar en la propia crisis económica y financiera que arrastra la UE desde 2008. Ésta ha llevado a los países europeos a recortar los ya exiguos presupuestos de Defensa, y nadie espera que estos aumenten en el medio plazo. Así que el motivo de avanzar ahora es muy simple: no hay fondos para financiar el ineficiente statu quo. Un estímulo para profundizar en el proceso de integración de la Defensa europea traería consigo grandes ahorros desde el punto de vista económico y, por otro, mayores capacidades para los Estados europeos desde el punto de vista estratégico-militar.

Sin embargo, hay una pregunta política muy simple y que ha sido convenientemente ignorada: ¿por qué Europa, de forma colectiva, necesita capacidades militares? Si echamos un vistazo atrás, vemos que solo una pequeñísima parte de las operaciones lanzadas por la UE han sido militares, y éstas nunca han sido por iniciativa europea, sino que siempre han arrancado de la mano de la ONU o de la OTAN.

No se trata, por tanto, sólo de relanzar la infraestructura de la Política Común de Seguridad y Defensa (CSDP), es decir las capacidades, la industria y la Agencia Europea de Defensa (EDA) –los tres elementos que conforman la agenda del Consejo de diciembre–, sino de preocuparse por el propio estado de la Defensa en Europa.

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