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El precio de la demagogia

La partida que ahora ha perdido Bono es crucial para la financiación de nuestra defensa. Estamos hablando de un patrimonio de varios miles de millones de euros que ahora será liquidado sin que las Fuerzas Armadas reciban nada a cambio

El actual Ministro de Defensa es un especialista en vender como victorias sus derrotas. Así, Bono ha tenido la desfachatez de vender como un gran triunfo su claudicación en la batalla sobre el patrimonio inmobiliario de las Fuerzas Armadas. La ministra de Vivienda anunció nada más tomar posesión de su cargo que todo el terreno público disponible sería dedicado al fin supremo de construir viviendas de bajo precio. El ministro de Defensa reaccionó de inmediato asegurando que el patrimonio de las Fuerzas Armadas no sería cedido gratuitamente. La rueda de prensa conjunta de ambos ministros tras el último Consejo de Ministros para anunciar la “Operación Campamento” muestra de forma clara que Trujillo ha ganado la partida a Bono.
 
El PSOE ya había denunciado reiteradamente desde la oposición lo que ellos consideraban especulación del ministerio de Defensa con su patrimonio. En realidad, todos los ministros de Defensa, hasta ahora, habían tratado de obtener el mayor rendimiento del patrimonio excedentario de los ejércitos para contribuir a la necesaria modernización de las Fuerzas Armadas. Programas tan importantes como la adquisición de los vehículos de combate Centauro, la refabricación de los aviones AV-8 o la modernización de los F-18, entre otros muchos, se han realizado gracias a los fondos obtenidos a través de la venta de esos terrenos. La construcción de nuevos cuarteles y bases se ha financiado también por esta vía.
 
La partida que ahora ha perdido Bono es crucial para la financiación de nuestra defensa. Estamos hablando de un patrimonio de varios miles de millones de euros que ahora será liquidado sin que las Fuerzas Armadas reciban nada a cambio. En un país cuyo gasto en defensa es el más bajo de todos los aliados europeos esto significa condenar a nuestros ejércitos a la obsolescencia.
 
El principal problema de Bono como ministro de Defensa es su negativa a plantear ninguna batalla política por defender los intereses de las Fuerzas Armadas que suponga el mínimo desgaste de su capital político. José Bono se muestra muy orgulloso de contribuir tan generosamente a la construcción de viviendas, pero como ministro de Defensa debería sentirse aún mucho más orgulloso si pudiera dotar a nuestros ejércitos de los sistemas, las tecnologías y las infraestructuras que necesitan para poder hacer frente a los desafíos del siglo XXI. El precio que las Fuerzas Armadas tienen que pagar por esta demagogia puede ser muy alto.
 
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos

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