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En el túnel del tiempo

El viaje de Bono será distinto de los muchos que sus predecesores realizaron, en especial los dos Serra. Por el contrario, recordará aquellos del general Muñoz Grandes, viajes de relumbrón que no valían para nada

Esto ya lo habíamos vivido, pero hace mucho tiempo, cuando España se encontraba bajo una dictadura y era un paria internacional, aislado y despreciado por sus vecinos. En aquellos tiempos era noticia destacada que un alto funcionario del Departamento de Estado visitara España. Se le llevaba a saludar al Caudillo y nos contaban con tiempo que uno o varios ministros iban a viajar a Estados Unidos porque las relaciones no dejaban de mejorar. En realidad, todos sabíamos que España era para Washington sólo un portaviones donde colocar sus medios de guerra para proyectarlos sobre la Unión Soviética en caso de necesidad o para dar cobertura a acciones en el área del Magreb o en Oriente Medio.
 
Luego llegaron treinta años de aburrimiento, cuando funcionarios y ministros cruzaban el charco con normalidad, trataban los temas con la discreción habitual y sin que nadie le diera importancia. España era entonces un país semejante a los de su entorno, una democracia más, que se relacionaba con los estados del bloque occidental con la misma normalidad que usted lo hace con sus compañeros de trabajo. Atrás había quedado un período de excepción. Ya no era necesaria la propaganda y dejamos de dar importancia a lo que no la tenía.
 
Aburridos estábamos de que nuestros presidentes de Gobierno entraran en la Casa Blanca periódicamente y ahora nos sorprenden con que Estados Unidos va a enviar un embajador a Madrid, después de un interregno de nueve meses de sede vacante; con que un alto funcionario del Departamento de Estado ha venido a ver a Moratinos y, de forma poco diplomática, se lo ha llevado a la Moncloa; con que varios ministros van a viajar a Estados Unidos y que Bono, además de hablar con Rumsfeld, empleará varios días visitando bases y otros establecimientos militares.
 
Viajarán y visitarán funcionarios y bases militares... pero todo será distinto, ya no disfrutaremos de la aburrida normalidad de unas buenas relaciones bilaterales. Aquellos ministros eran aliados, eran amigos con los que se tienen acuerdos y diferencias, pero estaban en la misma trinchera. En cambio, por mucho que Westendorp se enfade cuando lo recordamos, Zapatero es para Estados Unidos un traidor, alguien que ha ofendido a su bandera, que ha huido del campo de batalla, que ha invitado a otros a la deserción, que busca la amistad de dictaduras que apoyan a grupos terroristas y que, en general, trata de evitar la ola democratizadora que Washington lidera. Como ocurriera en tiempos de Franco, a nuestro actual embajador no le recibe nadie de relieve político en el entorno de la Casa Blanca y del Departamento de Estado.
 
El viaje de Bono será distinto de los muchos que sus predecesores realizaron, en especial los dos Serra. Por el contrario, recordará aquellos del general Muñoz Grandes, viajes de relumbrón que no valían para nada. España ha dejado de ser un país de referencia para Estados Unidos. Ya han comprobado que no somos un socio fiable. Gestionarán con el gobierno de turno el mantenimiento de las bases, mientras les interese mantenerlas, y poco más.

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