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Gracias, señor Bono

Bono es un ser ambicioso y, al igual que el rey Midas, todo lo que toca lo transforma en un valor para su ambición. Da igual que sea un accidente aéreo, un huracán en Centroamérica, o el día de la Fiesta Nacional

El ministro de Defensa, José Bono, se atribuye el mérito de hacer de este próximo 12 de octubre, de nuevo día de la Fiesta Nacional. Públicamente lo ha conseguido por medio de un spot televisivo en el que atribuyéndose la representación del pueblo español le de las gracias a nuestros militares por las tareas que realizan y que, según este anuncio televisivo se reducen a ayudar a los que sufren una catástrofe, a los que salen de una guerra civil, a un accidentado y cosas así, acabando las imágenes con dos soldados (en este caso hombre y mujer) que se besan en un reencuentro apasionado que se funden en una bandera nacional.
 
El spot es otra burda manipulación de las fuerzas armadas en interés personal y político del ministro, quien quiere instalarse públicamente en el lugar del salvador de la patria frente a los nacionalistas en los que se apoya su propio gobierno. Bono juega a la estrategia de desmarcarse hasta donde puede de su jefe, Rodríguez Zapatero, y el estar al frente de un estamento como el militar le ofrece una excelente plataforma para ello, de tal forma que parezca natural su actitud. Al frente de los ejércitos, Bono es más españolista que nadie, lástima que luego en el Consejo de Ministros acepte tantas otras cosas antagónicas con lo que dice creer.
 
En cualquier caso, a Bono no le deja de traicionar su subconsciente. El anuncio del 12 de octubre deja medianamente clara cual es su concepción de las Fuerzas Armadas, cosa, hay que reconocer, que nunca ha tratado de ocultar. Esto es, los ejércitos como ONGs y los militares como agentes de ayuda humanitaria. Concepción que coincide ciento por cien con la de su superior, el presidente del Gobierno.
 
Bono podía haber agradecido, además de a quien reparte ayuda, por ejemplo, a quienes retomaron “al alba” el islote Perejil, devolviéndolo a su status quo anterior a la agresión marroquí; o también a los infantes de marina que abordaron con precisión y valentía el buque norcoreano So San en aguas del Índico por transportar un cargamento irregular de misiles balísticos; o a las tropas que estuvieron en Irak. Por citar algunos ejemplos de actividades más propias de las Fuerzas Armadas.
 
Al menos, podía haber imitado a los americanos en eso. Hay un spot que se pasa por las cadenas americanas en el que se ve salir por un finger de un aeropuerto a un grupo de soldados se supone que procedentes de Irak; los pasajeros en tránsito poco a poco se ponen en pie y comienzan a aplaudir para asombro y agradecimiento de los militares que hacen gestos de humildad ante la muestra espontánea de afecto.
 
¿Qué cuál es la distancia entre el corto americano y el anuncio español? Además de que el norteamericano está pagado íntegramente por una fundación privada y el español por el erario público; además de que en el americano se ve al pueblo, cosa que en el español sólo se invoca; además de que en el americano se aprecia a los soldados por lo que deben hacer, esto es, entregar su vida por la defensa de la patria; la diferencia es que el americano responde a un sentimiento de afecto mientras que el de Bono a un interés por colocarse en debate político, el del futuro de España. Debate que no existía, todo hay que decirlo, hasta que el señor Bono llegó al Gobierno socialista que lo ha promovido. Bono es un ser ambicioso y, al igual que el rey Midas, todo lo que toca lo transforma en un valor para su ambición. Da igual que sea un accidente aéreo, un huracán en Centroamérica, o el día de la Fiesta Nacional. Pero si cree que puede engañar a todo el mundo, comenzando por los propios militares a quienes le sube el suelo unos cien euros al mes, está tasando muy mal al pueblo al que tanto invoca.

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