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Hasta en el Infierno hay diferencias

Los peruanos han vivido de espaldas a la política y se han empeñado en salir de la pobreza. Ahora que ese destino vuelve a estar en juego, es de esperar que la mayoría vote con la cabeza, aunque le duela a Mario Vargas Llosa.

En marzo pasado, la economía peruana creció un 7,8% respecto al mismo mes de 2010 y el 5 de junio los peruanos tendrán que elegir al presidente que mantenga el desarrollo o lo frene. En la primera vuelta quedaron eliminados los tres candidatos liberales, Pedro Pablo Kuczynski, Alejandro Toledo y Luis Castañeda, que reunieron el 44% de los votos. La segunda vuelta, programada para el 5 de junio, la disputarán Ollanta Humala, indigenista y socialista, y Keiko Fujimori, hija del ex dictador Alberto Fujimori.

El 10 de abril, Humala obtuvo un 31,7% y Fujimori un 23,5%. Desde entonces, Keiko no sólo ha cubierto la distancia de ocho puntos que le separaba del militar, sino que le ha superado. Según las últimas encuestas, la candidata de Fuerza 2011 ya saca dos puntos de ventaja al candidato de Gana Perú. También en la segunda vuelta de 2006 los peruanos se enfrentaron a un dilema idéntico: o Humala o Alan García, quien durante su mandato entre 1985 y 1990 hundió el país y hasta ayudó a Alberto Fujimori a derrotar a Mario Vargas Llosa. Entonces, más de la mitad de los peruanos optó por García, pese a sus antecedentes... y no les ha ido nada mal: en 2004, el porcentaje de la población que se encontraba en la categoría de pobreza era del 48,6%; en 2009, ese porcentaje bajó al 34,3%. La repugnancia a votar a la hija de Alberto Fujimori puede ser vencida por el miedo a quedar en manos de Ollanta Humala, protegido de Hugo Chávez.

La victoria se jugará en Lima-Callao, donde en la primera vuelta quedó primero Kuczynski. En esa megaciudad vive casi un tercio de los 28 millones de peruanos, los que más se han beneficiado del crecimiento de la última década. Y en Lima, Keiko Fujimori obtuvo una victoria resonante cuando se presentó a diputada en 2006: fue la diputada más votada de la historia de Perú, con más de 600.000 votos. En el presente Congreso, la condición de diputado más popular corresponde a Kenji Fujimori, hermano de Keiko y elegido por otra circunscripción limeña con casi 300.000 votos.

A Humala se le ha echado en cara que cuente en su campaña –la más cara de las organizadas por los cinco candidatos presidenciales– con asesores enviados por el Partido de los Trabajadores brasileño, el mismo de Lula da Silva y Dilma Rousseff. Y es que, de nuevo en unas elecciones, se enfrentan en Iberoamérica las concepciones liberal y socialista. A finales de abril, García recibió a los presidentes de México, Colombia y Chile, con los que firmó la Declaración de Lima para formar un área de integración en la cuenca del Pacífico. El bolivarianismo de Chávez y el izquierdismo de Rousseff, que no acaba de romper con Caracas, necesitan a Perú para contar con un aliado ideológico, romper el bloque liberal y unir territorialmente Ecuador y Bolivia.

Sea quien sea, el nuevo presidente gobernará con un Congreso fragmentado, lo que ya es una constante en el enloquecido sistema de partidos peruano. El partido del presidente García, la APRA, tenía 40 diputados en la legislatura anterior; ahora tendrá cuatro. Humala dispondrá de 47 diputados; Fujimori de 37; Perú Posible, de Toledo, de 21; la Alianza por el Gran Cambio, de Kuczynski, de 21; y la Alianza de Solidaridad, de Castañeda, de 12. Por tanto, como ya ha pasado desde la restauración de la democracia en 2001, se producirán negociaciones a la luz o en la oscuridad, habrá tránsfugas y correrán los sobornos.

Los peruanos han vivido de espaldas a la política y se han empeñado en salir de la pobreza. Ahora que ese destino vuelve a estar en juego, es de esperar que la mayoría vote con la cabeza, aunque le duela a Mario Vargas Llosa.

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