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Inestabilidades balcánicas

En Bosnia-Herzegovina los quince años pasados desde la firma de los Acuerdos de Dayton que ponían fin al conflicto bélico no han servido para acabar con las tensiones étnicas, y las líneas del frente siguen estando presentes en el inconsciente colectivo.

Diversos actos de violencia producidos en los últimos días ponen de nuevo en evidencia las contradicciones balcánicas acumuladas desde que acuerdos de paz sin profundizar–y decisiones precipitadas como el reconocimiento por algunos de Kosovo como Estado independiente a partir de febrero de 2008– no han contribuido sino a perpetuar unas tensiones que tienen vías de escape como éstas.

El 27 de junio una bomba estallaba en la comisaría de policía de Bugojno, en el centro de Bosnia, matando a un policía e hiriendo a otra; el 2 de julio una persona moría y otras once resultaban heridas en un ataque producido en Mitrovica, en Kosovo, cuando una granada de mano era lanzada en medio de la manifestación de unas 800 personas contra la apertura de una oficina del registro civil del gobierno kosovar en esta ciudad dividida del norte de la provincia serbia –para otros Estado ya independiente; y el 5 de julio un diputado serbokosovar del Parlamento de Kosovo era tiroteado en una pierna en la misma ciudad.

Cabe señalar que la Oficina del Representante Internacional Civil en Kosovo había advertido infructuosamente de los riesgos que conllevaba la apertura de dicho oficina por parte del gobierno kosovar en esa ciudad profundamente dividida. La impotencia de este órgano es la misma que afecta a las fuerzas policiales de la OTAN y de la UE desplegadas sobre el terreno. Antes de esta aceleración reciente de los actos de violencia, la policía de Macedonia había matado el 12 de mayo a cuatro personas cerca de la frontera con Kosovo cuando estas comenzaron a disparar desde una furgoneta llena de armas y de otros materiales del UCK, el grupo que otrora dirigiera Hashim Thaci, hoy primer ministro de Kosovo.

En Bosnia-Herzegovina los quince años pasados desde la firma de los Acuerdos de Dayton que ponían fin al conflicto bélico no han servido para acabar con las tensiones étnicas, y las líneas del frente siguen estando presentes en el inconsciente colectivo con la Federación Croato-Musulmana, por un lado, y la República Srpska de mayoría serbia por otro.  Ahora que la crisis económica golpea al endeble país y se acercan además las elecciones presidenciales y legislativas del próximo octubre, las tensiones se agudizan. Con este telón de fondo, el 2 de junio y en el marco de la cumbre UE-Balcanes celebrada en Sarajevo, el ministro sueco de Asuntos Exteriores y antiguo Alto Representante en Bosnia, Carl Bildt, volvía a insistir en su solución mágica para toda la región: la adhesión a la UE. Para él, firmemente apoyado por su homólogo italiano, el que los Balcanes Occidentales entren rápido en la Unión servirá para curar todas las heridas, aún cuando los signos de violencia citados dejen entrever que algunas ni siquiera estánlevemente cauterizadas. Excepción hecha del acuerdo fronterizo entre Eslovenia y Croacia, blindado por un referéndum celebrado entre los eslovenos el pasado 6 de junio, ninguna buena noticia nos ha llegado últimamente de esta región europea en términos de avances significativos hacia la verdadera paz. Por otro lado, la cuestión kosovar sigue provocando divisiones en el seno de la UE y considerar que la entrada en el club de los ricos –y más en tiempos de crisis como los actuales– resuelve los problemas "per se" no es sino un voluntarismo irresponsable que realidades como la de Chipre, socio comunitario desde 2004 y con la división de la isla aún por resolver, ponen a diario en evidencia.

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