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Israel como síntoma

Dice Obama en Israel, no temiendo lindar con la blasfemia, que "la alianza" –palabra no azarosa– de Estados Unidos con Israel es "eterna".

Dice Obama en Israel, no temiendo lindar con la blasfemia, que "la alianza" –palabra no azarosa– de Estados Unidos con Israel es "eterna".

Dice Obama en Israel, no temiendo lindar con la blasfemia, que "la alianza" –palabra no azarosa– de Estados Unidos con Israel es "eterna". Su visita, tras cuatro largos años en el cargo, es sintomática del trato con los aliados.

Lo dejó entender el presidente israelí, Simón Peres: "Un mundo sin el liderazgo de América, sin su voz moral, sería un mundo más oscuro. Un mundo sin su amistad, invitaría a la agresión...".

Se acercan a cuatro mil los asesinatos selectivos con drones, pero Obama ha dejado claro que no hay guerra contra el terrorismo. Por eso se retiró de Irak en 2012 y lo hará de Afganistán en 2014. Por eso el "liderazgo desde atrás" mencionado por un asesor es el lema de su nueva América. Por eso, tras subcontratar a Mali la defensa del Sahel contra AlQaeda y fracasar, cosechando deserciones en el ejército y el golpe de uno de sus patrocinados, ha dejado aliviado el paso a Francia.

Como subraya el profesor de la Johns Hopkins Eliot Cohen, tanto China, acosadora de Filipinas y Japón por el dominio de varias islas, como Pakistán o Rusia mejoran sus arsenales convencionales, mientras modernizan sus armas nucleares. Obama prefiere gastarse presupuestos bestialmente deficitarios en la multitud de subvenciones que configuran en Estados Unidos el estado del bienestar. Ha hecho de la nación de la primera constitución escrita, la del discurso de Gettysburg (que no desaparezca de la faz de la tierra el gobierno de hombres libres); ha hecho de los Estados Unidos, desde Truman garantes de la Pax Americana, una compañía de seguros insolvente.

Es comprensible la preocupación de Israel, no porque Irán se acerque al arma atómica, sino porque el último baluarte de los estados libres y del sistema internacional hace mutis. Se supone, dice Cohen, que no soportan más la carga. Pero en Afganistán e Irak han muerto 6.676 soldados, todos profesionales, y no son impuestos, sino deuda, lo que financia esas guerras. Nunca en la historia, por terribles que sean las muertes y onerosos los gastos, se ha exigido menos. Recuérdense las 58.000 bajas de reclutas en Vietnam.

La silente ONU, sobre Siria o Mali, no puede sustituir a los Estados Unidos. El diagnóstico de Cohen es claro:

Un mundo en que los Estados Unidos reniegan de su liderazgo será (...) un mundo (...) en el que los fuertes harán lo que quieran, los débiles sufrirán (...), y los que tienen alguna opción se apresurarán a hacerse con armas nucleares.

Obama ha recogido la cita de Kennedy, inscrita en Arlington, "ciudadanos del mundo, no preguntéis lo que América hará por vosotros, sino lo que juntos podemos hacer por la libertad del mundo", y la ha convertido en un sarcasmo.

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