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Juego limpio

¿Qué pasará dentro de un año? Presenciaremos unos Juegos Olímpicos espectaculares en los que el régimen comunista habrá invertido cantidades indecentes de dinero. Eso sí, veremos sólo lo que las autoridades chinas decidan que podemos ver

Ha comenzado la cuenta atrás. Queda menos de un año para la inauguración los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. La integridad del país anfitrión está en duda por sus serios abusos contra los derechos humanos, por su apoyo a regímenes como el Sudán, Myanmar o Corea del Norte, por negar regularmente el derecho a la libertad de conciencia, expresión, religión y asociación de sus ciudadanos, y por retener miles de prisioneros políticos sin cargos ni juicios. ¿Y que tiene que ver esto con una concentración deportiva?

Los más decentes temen que China manche el propio espíritu de las Olimpiadas modernas: los cinco aros entrelazados representando un acontecimiento de hermanamiento, solidaridad y amistad entre los países de los cinco continentes a través del deporte. Así lo imaginó el barón de Coubertin, pero su ideal se ha convertido en un gran evento político donde no han faltado las ocasiones en que las tensiones internacionales han interferido en el espíritu ideado por el barón.

Hitler utilizó los Juegos en Berlín de 1936 para demostrar la superioridad de su sistema político y social, y de la raza aria, que quedó en evidencia por los triunfos de Jesse Owens, estadounidense de raza negra. En Helsinki (1952) participó la URSS tras 40 años de ausencia, pero aisló a sus atletas del resto. Los Juegos de Melbourne de 1956 estuvieron marcados por la crisis del Canal de Suez y la invasión de Hungría por la Unión Soviética. Durante las olimpiadas de Munich en 1972, miembros de una organización palestina se introdujeron en la villa olímpica y provocaron una tragedia que se saldó con 11 atletas judíos muertos. En Montreal (1956), 31 países se retiraron por la presencia de Sudáfrica y su política de apartheid. En 1980, Estados Unidos y algunos países del bloque occidental se ausentaron de los Juegos de Moscú, en protesta por la invasión de Afganistán por parte de las tropas soviéticas. Cuatro años después, fueron la Unión Soviética y otros 14 países los que boicotearon los Juegos organizados por Estados Unidos en Los Ángeles.

¿Qué pasará dentro de un año? Presenciaremos unos Juegos Olímpicos espectaculares en los que el régimen comunista habrá invertido cantidades indecentes de dinero. Eso sí, veremos sólo lo que las autoridades chinas decidan que podemos ver, porque seguirán intimidando, acosando y deteniendo a periodistas extranjeros y locales. China quiere reconocimiento y los Juegos serán y son su gran campaña de marketing. Los países en vías de desarrollo lo consideran como uno de los suyos, imagen que convive con la de gran potencia económica, con un pie en el mundo desarrollado y un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Necesita el reconocimiento del mundo occidental pero sin jugar con sus reglas. No se trata sólo de derechos humanos, también de las relaciones económicas, del consumo energético mundial, de las emisiones de gases, del embargo de armas, de su presencia en África, de su ambigua política exterior. Dentro de un año, también habrán aumentado las víctimas en Darfur. Y es que China sigue sin jugar limpio.

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