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La agonía de la Teología de la Liberación

A la Teología de la Liberación cabe aplicarle la recomendación del Evangelio: por sus frutos se la conocerá. Y sus frutos actuales son los achaques.

Entre 1959 y 1989 se desarrolló en Iberoamérica una Guerra de los Treinta Años. Este conflicto habría sido imposible sin dos factores: el expansionismo militar e ideológico de la dictadura comunista cubana, que aportaba armas y soldados, y la Teología de la Liberación, que aportaba la legitimación religiosa para matar y rebelarse contra "las estructuras de pecado".

El Departamento América del Partido Comunista de Cuba ha sido disuelto, ya que por un lado faltan medios y por otro la subversión se ha subcontratado a Caracas. En la misma línea, los teólogos marxistas incrustados en la Iglesia católica están dando las últimas boqueadas.

En coincidencia con el cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II, se ha celebrado en una universidad jesuita brasileña, la de Unisinos, el Congreso Continental de Teología de la Liberación, bajo el título Cerca de Dios, cerca de los pobres. Al igual que sus pares de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, estos cristianos comprometidos muestran su fracaso y su esterilidad. En ambos congresos han abundado las calvas y los bastones, y sus dirigentes constatan su fracaso a la hora de atraer a jóvenes. Sus actos parecen pensados para geriátricos.

A la universidad jesuita acudieron progresaurios como Leonardo Boff, que invoca a la Madre Tierra; Gustavo Gutiérrez, presente por vídeo-conferencia, ya que se encuentra en otra universidad jesuita, la de Notre Dame de Estados Unidos, y Andrés Torres Queiruga, que practica la herejía arriana de negar la divinidad de Jesucristo. Un observador del congreso lo ha definido así:

Han estado como en el camarote de los hermanos Marx: gente de todo pelaje, procedentes de varias confesiones cristianas, curas sancionados por sus obispos respectivos, chamanes de tribus determinadas, curanderos de todo a cien, miembros de otras religiones, y muchísima gente que ya no cumple más los sesenta años. Han estado 750 personas.

En su comunicado final, los reunidos apelaron a los jóvenes que no tienen para asegurar la continuación de la Teología de la Liberación y reconocen que la realidad ha desbaratado sus predicciones. Ni una mención a países como Perú, Chile, Brasil y Colombia, donde se está reduciendo la pobreza. Y mucha cursilería y frase hecha que ya sólo levantan polvo:

Los participantes de este Congreso regresamos a nuestras comunidades eclesiales dispuestos a asumir las tareas que tiene la teología latinoamericana hoy y a testimoniar con nuestro proceder que otra teología es posible para que otro mundo sea posible. Eso sucederá si nuestros jóvenes tienen visiones y nuestros ancianos sueños.

A la Teología de la Liberación cabe aplicarle la recomendación del Evangelio: por sus frutos se la conocerá. Y sus frutos actuales son los achaques.

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