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La batalla del Gobierno contra ETA

En primer lugar, no es verdad que ETA esté más débil que nunca. Lo cierto es que si no llega a ser por el Gobierno de Zapatero, ETA estaría aún más débil, lo que es bien distinto.

Resulta triste comprobar cómo el mismo Gobierno que trató de ganar réditos electorales con la negociación de ETA, trata ahora de hacer lo mismo con su persecución. Voluntarioso ha estado Camacho en su comparecencia, pero mucho nos tememos que el Gobierno tendrá que poner algo más que voluntad para insuflarnos algo más de optimismo.

En primer lugar, no es verdad que ETA esté más débil que nunca. Lo cierto es que si no llega a ser por el Gobierno de Zapatero, ETA estaría aún más débil, lo que es bien distinto. A estas alturas, es indudable de que con un Gobierno del PP o con el Gobierno de otro socialista distinto a Zapatero, ETA estaría más débil que ahora. Respecto a 2004, el Gobierno del PSOE ha supuesto un freno para la lucha contra ETA. Y veremos si en esta segunda legislatura es capaz de hacer algo más que solucionar los tinglados que montó en la anterior.

En segundo lugar, Camacho ha afirmado que "ustedes y yo sabemos que ETA está social y políticamente derrotada, policial y judicialmente acorralada, internacionalmente aislada y perseguida; y, además, interna y organizativamente en descomposición". Pues no. Si ETA está acorralada, no lo es gracias al Gobierno, sino precisamente pese a él. Hoy tenemos a sus concejales cobrando dinero de todos los españoles, para hacer propaganda etarra, para obstaculizar las instituciones democráticas y para dar chivatazos a los comandos de ETA. Todo por decisión de Zapatero, Rubalcaba y Conde-Pumpido. Gracias a ellos, en algunos ayuntamientos los acorralados en 2004 son los que ahora acorralan.

En tercer lugar, si la política del Gobierno se basa, como dice Camacho, en que los terroristas "no consigan ni uno sólo de sus objetivos", no estaría mal que fuese Zapatero el que declarara que el Gobierno considera ilegítimos los objetivos etarras. Porque de él sabemos que durante un tiempo dijo a ETA que conseguiría algunos de ellos, y de hecho pactó con la banda cómo llevarlos a cabo. A día de hoy, Zapatero no sólo no ha deslegitimado públicamente los objetivos de ETA, sino que sigue considerando a los nacionalistas vascos compañeros de viaje en el proceso de cambio de régimen en nuestro país.

En cuarto lugar, afirma también el Gobierno sobre las víctimas que "en ellas, en las víctimas y sus familiares se concentra toda la dignidad y la fortaleza de nuestra democracia y de la lucha tenaz y constante por la libertad". Muy bonito, pero la dignidad de las víctimas se basa precisamente en la actitud contraria a la mantenida por el Gobierno. Su dignidad se basa en el hecho de que durante cuarenta años han depositado su confianza en que el Estado, la justicia y las fuerzas de seguridad perseguirían a los terroristas, los pondrían ante los jueces y acabarían en la cárcel. O sea, justo lo contrario a lo que ha hecho el Gobierno del PSOE. La actitud de Zapatero negociando con los terroristas es, desde el punto de vista de las víctimas, de una indignidad intolerable. Y es que no hay compatibilidad entre la dignidad de Zapatero y la de las víctimas. O la una o la otra.

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