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La huída perpetua

Mientras el PP no aprenda a defenderse y reúna el coraje para hacerlo seguirá huyendo con el PSOE pisándole los talones y dejándolo en ridículo un día sí y otro también

El gran pecado de Aznar es que no convenció a la mayoría de sus electores, ni siquiera a los miembros de su partido, ni tan siquiera a los de su gobierno de las razones de la guerra de Irak. Cabe incluso preguntarse si las conocía a fondo, más allá de dos sumamente poderosas: Su papel central en la guerra global contra el terrorismo en la que por encima de todo estaba dispuesto a participar, y la importancia vital para los intereses españoles de conseguir una posición privilegiada en relación con los Estados Unidos.
 
A pesar de un electorado mayoritariamente en contra de la guerra, el PP ganó las elecciones regionales y locales, luego la guerra, en la que no participamos, sólo apoyamos diplomáticamente, no fue un obstáculo, no fue causa de ningún desastre electoral, como parece que privadamente había anunciado Rato.
 
Más importante es que las elecciones generales se iban a ganar a pesar de que entonces ya sí estábamos participando en la guerra y además la impresión generalizada era que ésta iba mal, diferencia importante respecto a las elecciones anteriores que se celebraron en un clima de espectacular e inesperada victoria.
No fue la guerra sino el atentado el que torció las cosas, más la desafortunada gestión del mismo y su hábil e inescrupulosa explotación por parte del PSOE. Y sin embargo, tres meses después, en las europeas, el PP casi iguala al PSOE, a pesar de una campaña de autohumillación y humillante para sus electores, que rabiaban por una defensa gallarda y explicaciones claras.
 
Hay bastantes indicios de que el atentado buscaba los efectos que obtuvo, pero no está suficientemente probado y cabe algún margen de duda. En todo caso su relación con la guerra es meramente circunstancial. España es Al Andalus, antigua tierra islámica a reconquistar y en todo caso es parte de Occidente, a lo que se supone que no vamos a renunciar, y luego está Ceuta y Melilla. Ni entonces ni ahora estamos al abrigo de la ira yihadista. Turquía, que negándole su territorio al aliado americano causó un perjuicio estratégico cierto a la invasión y que además tiene un gobierno islámico excepcional desde la caída del sultanato, no se ha librado del tributo de sangre. El haber encabezado la coalición anteguerra no ha librado a Francia del secuestro de sus periodistas. Ni a Rusia.
 
Toda la política del PP se basa en tratar de soslayar incesantemente estas realidades insoslayables. Toda la directiva parece estar profundamente convencida de que la guerra es la causante de todos sus males y no queda el más mínimo resquicio de orgullo por haber defendido una causa justa y valiosa aunque fuera impopular y les pudiera costar el poder, en el fondo porque nunca se preocuparon de enterarse de cual era la causa y ahora menos que nunca les importa saber si era justa o no. Con ello renuncian al propio honor y atentan contra el de sus votantes.
 
De esa manera ofrecen una yugular desprotegida en la que el PSOE inca el diente una vez tras otra. Frente a ese acoso, la denuncia de la ilegal manifestación ante la sede del partido el día anterior a los comicios resulta manifiestamente patética. En comparación a todo lo que está en juego es como haberse saltado un semáforo.
 

Mientras el PP no aprenda a defenderse y reúna el coraje para hacerlo seguirá huyendo con el PSOE pisándole los talones y dejándolo en ridículo un día sí y otro también. Porque no se trata de algo del pasado. Irak está ahí y va a seguir siendo por mucho tiempo el acontecimiento más importante de la política mundial. No hay programa exterior posible sin encararlo. "La legalidad internacional" es un vergonzante refugio que no engaña a nadie y que le va a ser tan útil al Partido Popular como a Sadam. El PP está dilapidando de antemano los beneficios que le podría reportar una victoria de Bush y finalmente de la causa liberadora y democrática en Irak. Porque es una causa justa que finalmente triunfará y el PP prefiere contarse entre los perdedores.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos

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