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La Navy entre bayonetas y caballos

Hoy más que nunca, la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos y de sus aliados dependen de la libertad de los mares.

El comentario de Barack Obama durante el tercer debate presidencial acerca de que las Fuerzas Armadas norteamericanas apenas tienen ya caballos y bayonetas fue uno de los grandes titulares del día después. El demócrata trataba así de ridiculizar a Romney, que había subrayado que hoy en día los Estados Unidos tienen la Navy más pequeña desde 1917. Al final, el intercambio de opiniones no sirvió para comprender la importancia de la Marina, en un mundo donde las economías son cada vez más interdependientes, Irán irradia inestabilidad en el Golfo Pérsico, China crece en Asia, lugares clave como podrían ser Libia o Corea del Norte son más accesibles desde el mar y crecen las amenazas A2/AD (anti-access/area-denial).

Romney no ha sido el primero en subrayar que Estados Unidos tiene el menor número de naves desde 1917. El propio secretario de la Marina, Ray Mabus, lo comentó durante su intervención en el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado el pasado marzo. Pero también dijo que la flota actual tiene sensores, plataformas tripuladas y no tripuladas, sistemas de combate abiertos y muchos expertos en tecnología, lo que la diferencia notablemente de la de hace casi un siglo. Y advirtió de que, tratándose de la Marina, siempre es conveniente que la calidad vaya acompañada de cantidad. Es decir, que necesitarían unas cuantas naves más para seguir teniendo una Navy global, que opera desde bases norteamericanas e internacionales, que apoya a y trabaja con los aliados para hacer frente a la piratería, el terrorismo y los desastres naturales; que está en zonas donde se cruzan rutas de navegación, recursos energéticos, redes de información e intereses estratégicos... Cada día, más de 50.000 marineros están desplegados en 145 de los 285 buques y submarinos de la Marina norteamericana; 30 de estas naves están en la amplia región que rodea el Estrecho de Ormuz –por la que fluye el 20% del petróleo– y llevan a cabo operaciones tanto relacionadas con el combate del contrabando como con la asistencia a la operación Libertad Duradera (una de ellas dio como resultado la muerte de Osama ben Laden). En Asia-Pacífico, donde hay grandes economías, donde Estados Unidos tiene grandes aliados y donde se encuentra el Estrecho de Malaca, por el que pasa el 40% del comercio mundial, la Navy cuenta con otros 50 barcos.

Son sólo algunos ejemplos de la capacidad naval norteamericana; ésta, ciertamente, no sólo se cifra en el número de barcos; pero no se puede obviar que hoy en día se están retirando del servicio naves que no se reemplazan, y que se está tensando demasiado la cuerda de mantener una gran proporción de la flota durante demasiado tiempo en el mar, lo que somete a demasiada presión tanto a los equipos como a los marineros.

Hoy más que nunca, la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos y de sus aliados dependen de la libertad de los mares. Si Obama espera que la Navy siga haciendo lo mismo con menos poder naval, va por mal camino. 

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