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La nueva amenaza de Al Qaeda

Obama y sus correligionarios (incluido nuestro sonriente presidente Zapatero) puede que hayan acabado con la terminología de la guerra contra el terror, pero borrar las palabras no significa que se haya puesto fin al fenómeno.

Cuando muchos en el mundo occidental, sobre todo en los Estados Unidos, pensaban ya que Al Qaeda se encontraba reducida a su mínima expresión en cuanto a capacidades operativas se refiere, el intento de volar por los aires el vuelo 253 de la compañía Northwest el pasado 25 de diciembre, ha puesto sobre el tapete lo equivocado que están quienes así creían.

El atentado fallido es importante por varias razones, tácticas y estratégicas. AQAP, o Al Qaeda en la Península Arábiga, grupo detrás del atentado, es, al igual que Al Qaeda en el Magreb, producto de una fusión de grupos saudíes y yemeníes. Nacida a comienzos de 2009, es una clara respuesta a la creciente presión de las autoridades saudíes contra los yihadistas en su suelo, así como la significativa colaboración contraterrorista entre Estados Unidos y las autoridades de Yemen.

Este atentado es importante no sólo porque pone en evidencia lo que puede ser el nuevo modus operandi de los terroristas, ya que Umar Farouk Abdulmutallab, el potencial terrorista suicida, empleó el mismo explosivo que el militante de AQAP que se voló el pasado mes de agosto intentando acabar con la vida del Zar antiterrorista saudí, el príncipe Mohamed bin Nayef, el tetranitrato de pentaerititrol. Si no, sobre todo, porque parece haber puesto fin al debate interno que se venía dando entre los miembros dirigentes de Al Qaeda: primar los atentados contra dirigentes locales o concentrarse de nuevo en objetivos occidentales y americanos.

Desde hace unos meses y, sobre todo, desde comienzos del pasado mes de diciembre, las web islamistas vinculadas a Al Qaeda han renovado sus llamamientos a atacar a América y sus aliados, llegando incluso a llamar a la guerra de guerrillas en suelo americano (algo que añade nuevo sentido al ataque del psiquiatra militar Nidal Malik Hassan en la base de Fort Hood en noviembre). De hecho, la respuesta de AQAP a las operaciones antiterroristas en Yemen de mediados de diciembre ha sido un llamamiento "contra los cruzados, América y sus aliados" difundido por su web al Fallujah y firmado por el líder del grupo de Al Qaeda, Nassir al Wahayshi.

Obama y sus correligionarios (incluido nuestro sonriente presidente Zapatero) puede que hayan acabado con la terminología de la guerra contra el terror, pero borrar las palabras no significa que se haya puesto fin al fenómeno. El atentado, fallido esta vez, no sólo subraya la obsesión de Al Qaeda contra los vuelos comerciales y contra América, sino que nos avisa de que sigue vivita y coleando. La amenaza no se ha difuminado, sino que vuelve a la carga desgraciadamente. Para los españoles que vivimos a 14 kilómetros de otra de las franquicias de Bin Laden, Al Qaeda en las Tierras del Magreb Islámico, este evento no debiera pasar desapercibido.

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