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La sombra de Blair es alargada

La derecha europea ha visto en Blair un interlocutor serio y eficaz. Y la izquierda, un modelo de éxito para el siglo XXI, basado en el crecimiento económico, la conciencia de unidad nacional y la defensa de los valores democráticos.

Hoy, media Europa glosa la figura de Tony Blair, poniendo de manifiesto los éxitos logrados no sólo para Gran Bretaña, sino para el continente entero. Desde el comienzo, Blair defendió que una izquierda moderna no podía desentenderse de los logros de Margaret Thatcher; el bienestar social sólo es posible eliminando el intervencionismo estatal en la economía, dejando hacer a la sociedad civil. En lo internacional, Blair deja una Gran Bretaña continuadora de la tradición diplomático-estratégica británica, respecto a Europa, Estados Unidos y a las sociedades democráticas ante el totalitarismo.

Lo cierto es que la derecha europea ha visto en Blair un interlocutor serio y eficaz. Y la izquierda, un modelo de éxito para el siglo XXI –basado en el crecimiento económico, la conciencia de unidad nacional y la defensa de los valores democráticos–, del que el Manifiesto Euston es el mejor exponente. Blair ha ejemplarizado la posibilidad de una izquierda moderna y dinámica, en lo institucional y en lo económico. Por ahí se mueve el debate ideológico de la izquierda europea hoy.

¿Y Zapatero? Él y el PSOE actual representan lo contrario a lo representado por la izquierda de Tony Blair; el relativismo, la rendición preventiva ante el terrorismo, el odio contra Estados Unidos e Israel, el sectarismo institucional, el intervencionismo voraz. Ya no se trata, como en los últimos años, de que sea evidente la insignificancia de Zapatero respecto a Blair, pese a sus peregrinaciones a Downing Street en busca de aliento para sus apaños con ETA. Es que incluso en el balance que Europa hace tras el anuncio de Blair, Zapatero aparece, de nuevo, marginado respecto a la propia izquierda.

La desgracia de Zapatero no es el hecho de que media Europa ha girado a la derecha; es que hasta la izquierda empieza a mirarlo como a un apestado. Su diagnóstico hoy no es más indulgente que el de la derecha: Zapatero es visto en Europa más como un compañero de viaje de Chávez y Evo Morales que como un socialdemócrata europeo cercano a los laboristas ingleses o incluso al SPD alemán, que renunció al pacto con los comunistas para apoyar al partido liberal-conservador más votado.

Hoy, cuando la izquierda europea ve en Blair el ejemplo a seguir, Zapatero resucita el radicalismo y el espantajo de la guerra de Irak, acusando a sus promotores de matar, mentir y manipular; va a ser divertido ver como se lo explica a Condoleeza Rice cuando aparezca por España. Mientras tanto, la sombra de Blair crece sobre ZP. Pero es que lo malo no es que Zapatero sea despreciado por la derecha europea e ignorado por la izquierda. Lo malo es que la factura la paga la nación entera, y la pagará en el momento, esperemos que próximo, en el que ZP ya no haga deambular a nuestro país por el mundo.

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