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La última victoria de Aznar

El Gobierno de Rodríguez Zapatero debería tomar buena nota de la sentencia y volver a la política que llevó a ETA al borde mismo de su derrota definitiva.

La sentencia hecha pública por la Audiencia Nacional condenando a más de 500 años de cárcel a 47 implicados en el caso EKIN constituye el último gran triunfo de la política antiterrorista practicada por Aznar en sus últimos años de Gobierno. Esa política, inspirada en el Espíritu de Ermua, estaba basada en el principio de que para derrotar al terrorismo no bastaba con detener y encarcelar a los pistoleros, sino que era necesario hacerle frente en todos sus frentes: en el político, en el social, en el mediático y en el económico.

Impulsados por una voluntad casi unánime de la sociedad española y amparados en un amplio consenso político, el Gobierno de Aznar estableció como prioridad para las Fuerzas de Seguridad demostrar las conexiones existentes entre todos los componentes del complejo entramado de ETA. Esa política y ese trabajo policial han recibido hoy un importante espaldarazo judicial. Sólo perseverando en esta vía será posible cercenar la capacidad de regeneración que la banda terrorista ha demostrado a lo largo de su miserable historia.

El Gobierno de Rodríguez Zapatero debería tomar buena nota de la sentencia y volver a la política que llevó a ETA al borde mismo de su derrota definitiva. Por desgracia, no es suficiente para derrotar el terror, como defiende Rubalcaba, con la mera detención de los nuevos e inexpertos pistoleros encuadrados en los diferentes comandos. Es imprescindible acompañar esa imprescindible acción de las Fuerzas de Seguridad, de los fiscales y de los jueces con una voluntad política que permita combatir a los terroristas con eficacia en todos los frentes. Lo más urgente es que el Gobierno inste a la ilegalización de los partidos que actúan como marcas blancas de ETA, que se expulse de las instituciones democráticas a los representantes políticos de los asesinos, que se cercene cualquier posibilidad de dialogo con ellos, que se barra de las calles del País Vasco y Navarra a quiénes practican la violencia, que se elimine cualquier expresión pública de los terroristas, que los símbolos de la Nación y de la democracia sean respetados en todos los pueblos de España y que se cierre cualquier espacio de impunidad para las organizaciones vinculadas a ETA.

No obstante, hay que abandonar toda esperanza de que Zapatero tenga esa voluntad real. Ni su calculada ambigüedad ni su oportunista firmeza dan garantía alguna de esa voluntad. La derrota definitiva de ETA que Aznar estuvo a punto de lograr sólo podrá ser culminada por un próximo Gobierno del Partido Popular. Lograr este objetivo es una de las principales razones para apoyar hoy a Mariano Rajoy.

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