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Liberados en el caos

La liberación de Setmarian por el régimen de Bashar El Assad se produce en el contexto de las amnistías dictadas por el presidente sirio como concesiones hechas para tratar de contener las revueltas

Uno de los efectos nefastos de las revueltas en Siria es, junto al creciente baño de sangre en que está inmerso este país, la anunciada liberación de un terrorista de alto nivel, considerado hace una década, en el momento estelar de Al Qaida, el número cuatro de la organización: Mustafá Setmarian. Alias Abu Musab Al Suri, Seymarian es un sirio-español de triste recuerdo como diseñador de estrategias de muerte, para el Grupo Islámico Armado (GIA) argelino, primero -contribuyendo a su boletín Al Ansar editado en Londres en los noventa- y ya para Al Qaida inmediatamente después y hasta su detención por fuerzas estadounidenses en Pakistán en 2005.

Setmarian ayudo pues a elaborar la siniestra justificación ideológica y pseudorreligiosa del sanguinario GIA junto con el también poderoso pilar de Al Qaida en Europa, Abu Qutada: curiosamente ambas figuras vuelven a la actualidad hoy, el segundo gracias a una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) que impide al Reino Unido entregarle a Jordania. La liberación de Setmarian por el régimen de Bashar El Assad se produce en el contexto de las amnistías dictadas por el presidente sirio como concesiones hechas para tratar de contener las revueltas. También hizo lo mismo hace meses el Presidente yemení Alí Abdullah Saleh. Cuando uno y otro han liberado a terroristas yihadistas, se ha interpretado también como un mensaje agónico a EEUU, que había incluido a ambos países en su estrategia global contra el terrorismo universalista de Al Qaida.
 
Volviendo a Setmarian, sabido es que es éste un terrorista "de calidad", y de ahí lo preocupante de su liberación. Publicó en la red hace más de una década su monumental Llamamiento a la Resistencia Global Islámica, una verdadera enciclopedia de 1.500 páginas que explica estrategia y táctica de combate yihadista, invitando a matar de todas las formas imaginables y a mansalva. Incluso el noruego que asesinara a 69 personas el pasado julio en Oslo afirmó en los interrogatorios que la siniestra obra de Setmarian había sido una de sus descerebradas lecturas. 
 
Con tales antecedentes y tan sólo 53 años de edad Setmarian puede hacer aún mucho daño, y el primer escenario en el que lo estará haciendo es, por supuesto, el sirio. Recuerda este caso al de otros yihadistas liberados por los regímenes que los habían encarcelado, y ello en el contexto de amnistías, medidas de gracia “ad hoc” o retorcidísimos procesos de desradicalización: terroristas liberados han vuelto a las andadas, incluso como suicidas, en Marruecos o en Argelia, e incluso en Arabia Saudí, pero uno de los ejemplos a destacar hoy por su actualidad es el del libio Abdel Hakim Belhadj. Liberado este último poco antes del estallido de las revueltas en Libia (el 15 de febrero), en el marco de la aplicación del “modélico” proceso de desradicalización liderado por Saif El Islam Gadaffi, se incorporó rápidamente a ese proceso animado por los precedentes tunecino y egipcio y es hoy el flamante jefe del Consejo Militar de Trípoli.

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