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Los errores del oso

La corrupción ha puesto varias veces en evidencia a las fuerzas de seguridad rusas al aceptar sobornos en los controles de seguridad o hacer la vista gorda al paso de un camión de explosivos, con graves consecuencias posteriores.

En Chechenia, Daguestán e Ingushetia hay una guerra diaria de bajo nivel, pero con continuas bajas; con pequeños enfrentamientos y bombas contra puestos de policía; secuestros, y breves incursiones de las fuerzas de seguridad en pueblos de la montaña. Una realidad que sin embargo apenas recogen los medios de comunicación rusos. Y eso que los atentados terroristas en el norte del Cáucaso se han cuadriplicado en 2010 y que, en estos momentos, los rusos están teniendo prácticamente el mismo número de bajas en el Cáucaso que los norteamericanos en Afganistán. Los rebeldes islamistas combaten a la autoridad rusa con el objetivo de instaurar un "emirato" independiente. Esas facciones ya han llevado sus acciones más violentas a la capital rusa como la de 2002 en un teatro de Moscú. Sobre ellos recaen todas las sospechas del atentado del aeropuerto de Domodédevo.

Cáucaso y en especial Chechenia cimentaron la carrera y la credibilidad de Putin, que libró su propia cruzada contra el terrorismo islámico. Cuando Medvédev accedió a la presidencia en 2008, trató de impulsar el desarrollo económico de la región con la idea de que un puesto de trabajo mantendría a los jóvenes musulmanes alejados del extremismo. Y lo hizo con el consentimiento de Putin, que incluso tras los ataques del metro de Moscú pidió un desembolso de 13.000 millones adicionales para hacer frente al desempleo en el Norte del Cáucaso. Parece que este último atentado demuestra una vez más que las reivindicaciones islamistas poco tienen que ver con factores de atraso económico. Aunque eso sí, en un país con un grave problema de corrupción también hace sospechar si llegaron o adonde llegaron las ayudas prometidas.

Lo que está claro es que después de que el año pasado el Kremlin gritara a los cuatro vientos la pacificación del Cáucaso –o al menos que ya no era una amenaza para la gente normal y corriente–, las cosas no han dejado de empeorar: desde los ataques en el metro de Moscú en marzo de 2010 hasta la campaña antiterrorista lanzada por el Kremlin a finales de verano tras un atentado suicida contra la sede del Ministerio del Interior de Ingushetia. En noviembre de 2010, el propio Medvédev reprochó a algunos oficiales que le entregaran unas estadísticas sobre la creciente actividad terrorista en la región caucásica. Tampoco se prestó mucha atención al arresto de una mujer procedente del Cáucaso, en diciembre de 2010, sospechosa de estar preparando un ataque suicida en Moscú. Aparentemente este y otros hechos no se tradujeron en un incremento visible de la seguridad en la capital.

El estrepitoso fracaso de los servicios especiales y de las fuerzas de seguridad rusas –incapaces de aprender las lecciones de los atentados terroristas sufridos hasta ahora– no se enmendará con un simple castigo, como han amenazado desde el Kremlin. Son ya demasiadas las ocasiones en las que al parecer se tenían información de antemano sobre planes terroristas y no se tomaron las medidas suficientes. Además de las negligencias, la corrupción ha puesto varias veces en evidencia a las fuerzas de seguridad rusas al aceptar sobornos en los controles de seguridad o hacer la vista gorda al paso de un camión de explosivos, con graves consecuencias posteriores. Sin olvidar la necesidad de mejorar la cooperación entre los distintos cuerpos de seguridad.

Tampoco hay que olvidar el creciente peso de Al Qaeda en el norte del Cáucaso y su relación con los extremistas de las región. Todos utilizan la misma forma de violencia y los mismos métodos.

El atentado además daña la imagen exterior de un país inundado de recursos con una ingente necesidad de inversión extranjera. Y ocurre precisamente cuando el presidente tenía que viajar a Davos –que se convierte en estos días en la capital económica del mundo– para vender la fortaleza de su país puesta ahora en entredicho.

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