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Los iraquíes y su voluntad

Muchos antes se han negado a celebrar elecciones y otros las ha falsificado con ahínco, pero el brutal empeño que sadamistas y yihadistas han puesto en impedir a sus conciudadanos que expresen su voluntad ha batido todos los records de la infamia

Este es el comienzo del fin de la usurpación a la que hemos asistido durante dos años, no ya sólo de la voluntad de los iraquíes sino incluso de su identidad.
 
Usurpación, farsa, mistificación, fraude, engaño, mentira y cosas todavía peores se pueden y deben decir de la fea costumbre del progresariado occidental, de la mano del regresariado árabe, de presentar como “resistentes iraquíes” a vesánicos terroristas deseosos de retornar a una más confortable posición que les permita seguir haciendo lo mismo, como antaño acostumbraban, bendecidos con un sueldito del estado, y a sus aliados de circunstancias, los guerra-santeros que quieren imponernos el Islam segando cabezas y reventando intestinos.
 
Ni resistentes ni iraquíes. Fascistas confesados unos, con orígenes ideológicos en los totalitarismos de los años treinta aderezados con el espíritu y la práctica del más puro gansterismo, y fanáticos religiosos o pseudoreligiosos los otros, ambos basados en la comunidad suní, los primeros en la local y los segundos en las de allende las fronteras, venidos a contribuir desinteresadamente a la felicidad de los indígenas, acelerando su marcha hacia el paraíso, por si los primeros no dieran abasto.
 
Pero los suníes de Irak no alcanzan al 20% y por supuesto no todos, ni mucho menos, simpatizan con uno o ambos de los grupos de matarifes. Atribuir sus hazañas a los iraquíes sin más es un abuso, una ofensa y un atentado contra la verdad, atentado realizado con intención francamente dolosa por parte de quienes lo perpetran.
Sí sería admisible llamarles resistentes si se especificara que a lo que se resisten es a la liberación de la sanguinaria tiranía de Sadam de la que fueron objeto los iraquíes, usando en este caso el gentilicio en plural con toda propiedad, puesto que la abrumadora mayoría así lo recibió y no lo ha lamentado nunca, sea cual sea su actitud ante las tropas extranjeras. Se resisten a todo lo que huela a democracia, se resisten  con ardor asesino a la voluntad de los iraquíes, si por tales debemos entender a la mayoría de ciudadanos del país llamado Irak.
 
Lo hacen volando los lugares destinados a las votaciones, destruyendo el material para las mismas, matando a los candidatos, al personal que asiste a las elecciones, a las fuerzas del orden que las protegen y a los electores que acuden a votar con peligro para sus vidas, a pie, porque ha habido que prohibir la circulación de vehículos por motivos de seguridad, recorriendo a veces largas distancias, porque también ha habido que reducir el número de colegios electorales por los mismos motivos, y haciéndolo en proporciones que pueden poner rojo de envidia a muchos país occidentales en donde los grandes obstáculos al voto suelen ser la pereza, la desidia y el pasotismo.
 
Muchos antes se han negado a celebrar elecciones y otros las ha falsificado con ahínco, pero el brutal empeño que sadamistas y yihadistas han puesto en impedir a sus conciudadanos que expresen su voluntad ha batido todos los records de la infamia. En un artículo en el New York Times de hoy, que no deben perderse, Michael Ignatieff dice que a los que tal hacen se les llama propiamente fascistas. Lo que no dice es cómo deberíamos llamar a los que los excusan, justifican, ennoblecen, magnifican, jalean y encubren, con grave perversión del lenguaje, porque la lucha contra la nefasta América, contra el abominable conservadurismo, contra el diabólico Bush son causas supremas a cuya contribución en sangre los iraquíes debieran sentirse agradecidos (y si no les está bien empleado todo lo que les pasa, por fachas). ¡Y a ver ahora cómo nos las arreglamos para seguir librando nuestra noble lucha sin que nos deserten nuestras débiles masas, siempre impresionables y propensas a caer en el error! Esperemos que nuestros bravos aliados de allá recobren pronto el ánimo y vuelvan a las andadas haciendo que pronto se olvide esta aciaga jornada.
 
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos

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