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Los socialistas extienden la cartilla de racionamiento

La gran aportación del socialismo del siglo XXI y de la revolución bolivariana es la importación de la cartilla de racionamiento.

La gran aportación del socialismo del siglo XXI y de la revolución bolivariana es la importación de la cartilla de racionamiento.

La cartilla de racionamiento cubana acaba de cumplir 50 años de vigencia. Los indiferentes que dicen que la política no les afecta aquí tienen un ejemplo de lo contrario. A comienzos de los años 50, Cuba era más rica que España. Aquí, al igual que en el Reino Unido, existía desde la década anterior una cartilla de racionamiento que se suprimió hacia 1952; en cambio, en Cuba la dictadura socialista introdujo el racionamiento en 1963 cuando España despegaba económicamente.

Con motivo del aniversario, se ha explicado en la prensa española que la cartilla se introdujo por motivo del bloqueo aplicado por Estados Unidos, incluso el ABC lo ha dicho así a sus lectores. Hay que repetir que en tres siglos Cuba sólo ha estado bloqueada por Estados Unidos dos veces: en la guerra hispano-yanqui de 1898 y en la crisis de los misiles soviéticos de 1962. A la isla llegaban material y armamento de la URSS, pero no alimentos para la población; y de ella salían soldados a Angola y Etiopía para ser carne de cañón de la solidaridad internacionalista. Los Castro han podido y pueden comprar cualquier suministro y recibirlo por barco, como reciben el petróleo que les regala Caracas y ellos revenden, pero el obstáculo no son los submarinos de EEUU, sino la carencia de dinero.

La gran aportación del socialismo del siglo XXI y de la revolución bolivariana es la importación de la cartilla de racionamiento. En Venezuela el desabastecimiento de productos básicos se ha hecho endémico desde hace años. Un país cuyo Gobierno asegura que exporta 2,5 millones de barriles de petróleo diarios y que dispone de las mayores reservas de crudo del mundo según la OPEP, carece de harina, maíz, carne, arroz, leche, pollo, desodorante y papel higiénico. El remedio del presidente Nicolás Maduro ha consistido no en reducir los envíos de petróleo regalado a Cuba y a sus países satélites para venderlo en el mercado libre, sino en introducir el racionamiento, de momento limitado a ciertos productos y lugares, y en culpar a la oligarquía de acaparadora.

Aunque en los últimos años los países miembros del ALBA y adheridos han conocido una bonanza económica debido a la demanda de materias primas y productos alimenticios por parte de China y otras potencias asiáticas, sus Gobiernos de izquierda han sido incapaces de reducir la pobreza o de asegurar el abastecimiento de luz y comida. En la Argentina gobernada por Cristina Fernández faltan dólares, falta petróleo (pese a la confiscación de YPF) y faltan alimentos. La Casa Rosada ha establecido precios fijos para 500 productos, de momento de manera temporal. En Bolivia, donde llegó a faltar el gas en un país exportador de éste, empieza a haber escasez de pan debido al aumento de precio de la harina argentina importada.

Sin embargo, los países que practican el liberalismo económico y la seguridad jurídica, como Chile, Perú, Colombia, Costa Rica y México, no padecen este defecto. La razón es obvia: una conspiración de la CIA para favorecer a sus colaboradores, ¿no les parece?

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