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Moratinos en Colombia

El actual gobierno socialista sigue dando pruebas de que una cosa son sus palabras y otra muy distinta la realidad de sus actos. Podría decirse que Zapatero es el rey de la política de la paradoja: para luchar contra el terror se retira de Irak; para ayudar a Colombia se retracta de los compromisos contractuales de vender a ese país unos pocos carros de combate españoles del modelo AMX-30. Dicho contrato, que se gestionó y firmó, eso sí, durante la etapa Aznar, estuvo motivado por el interés y petición del gobierno de Uribe, como una decisiva contribución a la lucha que mantiene contra las fuerzas del narcotráfico y el terrorismo. Pero no sólo contó con el visto bueno del gobierno anterior sino que, al ser carros de combate de licencia de fabricación francesa, se informó al ministerio de defensa galo y la propia ministra de defensa, Michèlle Alliot-Marie dio su aprobación a la operación, aunque no fuera jurídicamente necesaria.
 
Moratinos viaja ahora a Bogotá para confirmar que dicha venta no se va a realizar. Y para ello tendrá que recurrir a un discurso plagado de contradicciones. Por ejemplo, se dice que el gobierno colombiano ha perdido interés en la operación, lo que está por ver, ya que lo que se ha dicho desde allí no es eso; también se dice que la venta contravenía nuestra legislación al estar financiada con créditos al desarrollo FAD, lo que es patentemente falso según los términos del contrato firmado: Colombia pagaría todo el importe recurriendo a su dinero propio; también se cuenta que la UE no admite la compra-venta, cuando no hay opinión al respecto...
 
Lo que nuestro ministro de asuntos exteriores no podrá decir es el verdadero trasfondo de la negativa de su gobierno a satisfacer un contrato legitimo y legal. Para empezar, sería muy revelador explicar que quien más se opuesto a la entrega de los carros españoles ha sido el presidente venezolano, Hugo Chávez, quien no puede admitir ningún refuerzo de Colombia en su frontera, frontera, dicho sea de paso, utilizada con total impunidad por los grupos terroristas desde su lado venezolano. Tampoco se podrá contar que Chávez recurrió a su buen amigo Fidel Castro para que éste movilizara sus influencias en Madrid, algunas de ellas instaladas en organizaciones sindicales de rancio abolengo; ni las gestiones realizadas por UGT ante el ministro de defensa español sobre la cuestión.
 
Esos son temas demasiado escabrosos. El Gobierno preferirá ocultarlos y enarbolar su aspecto más izquierdista, aduciendo que no se debe vender armamento a un país inmerso en un conflicto. Esto es, esa neutralidad que tanto les atrae y que le niega al gobierno colombiano legítimamente constituido la capacidad de defenderse de sus principales amenazas. Claro, que como el propio Moratinos he dicho al periódico El Tiempo de Bogotá, él no entiende para qué pueden servir los carros de combate en la lucha contra el terrorismo. Pero se supone que Uribe, que es quien compra, si que lo sabe. Porque es Uribe y no Moratinos quien está en la lucha contra el terror.

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