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Moratinos en la estela de Pepe Bono

Bono fue cayendo en toda una larga serie de actuaciones ridículas, como las que definen el mandato de Moratinos al frente de la diplomacia española.

La diplomacia española nunca se ha caracterizado por ser muy imaginativa; ni su actual titular tampoco. Lo sorprendente, no obstante, es la persistencia suya en mantener vivas las malas ideas. El nuevo capítulo: la visita a Hugo "Boss" Chávez a Caracas.

Y decimos que Moratinos no es ningún innovador, porque con esta visita sólo culmina la obra iniciada por su antiguo colega de Gabinete, el entonces ministro de Defensa José Bono, quien se plantó en Caracas para visitar al dictador venezolano en diciembre de 2004 sin siquiera comunicárselo a Exteriores. De hecho, Moratinos se enteró gracias a que la embajada en Washington recibió el permiso para el plan de vuelo de Bono, que surcaba los aires de la Florida con rumbo a la capital de Venezuela. Esa y otras visitas que siguieron, todas tan surrealistas como la primera, siempre fueron bendecidas a posteriori por el mismísimo Rodríguez Zapatero en defensa de los intereses industriales de España. Al igual que ahora intenta hacer el ministro de Exteriores.

Pero en política los contextos cuentan y mucho. Bono fue para ejecutar, entre otras cosas, el deseo zapateril de ser antiamericano. Se abrazaba a Chávez a la vez que se abandonaba a Uribe, el mejor valedor de la democracia en toda la región. Ahora, se visita Venezuela dando así legitimidad a un dictador que no sólo está llevando a la ruina a su país, sino que acaba de manifestarse a favor del uso de la fuerza contra el gobierno actual de Honduras, por el mero hecho de que allí las fuerzas verdaderamente democráticas han depuesto a su títere del llamado "socialismo del Siglo XXI". Con toda la razón y la legitimidad en sus manos.

Pero más allá de lo ridículo de la actuación de Moratinos, éste parece empeñado en seguir la estela de Bono en otras muchas cosas, aún cuando no tragase al actual presidente del Congreso cuando se sentaba a su lado en el Consejo de Ministros. Bono fue cayendo en toda una larga serie de actuaciones ridículas, como las que definen el mandato de Moratinos al frente de la diplomacia española. Véanse los últimos días, por ejemplo: del los monos de Gibraltar a los monos del interior venezolano.

Y, por el contrario, ni una sola palabra sobre la represión de los ayatolás iraníes y el endurecimiento de su régimen. Será, entre otras cosas, porque no quiere molestar a su anfitrión en Caracas, pues como todo el mundo sabe, entre Chávez y Ahmadinejad hay una buena relación que tiene de por medio la riqueza de uranio natural de Venezuela y el programa nuclear iraní. Amén de compartir su odio por el Gran Satán, los Estados Unidos.

Bono les vendió a los venezolanos barcos que España no puede armar y aviones que no podía vender. Veremos qué les da ahora Moratinos para poder salir más sonriente si cabe en la foto.

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