Obama ya ha elegido: John Kerry para el Departamento de Estado, Chuck Hagel para Defensa y John Brennan como jefe de la CIA. Pero ahora quedan las audiencias en el Senado, seguidas de las confirmaciones de los puestos. Todo indica que al final las candidaturas saldrán adelante, pero también se espera que en alguno de los casos el proceso sea lento y duro. Sobre todo en el de Hagel, sometido como está desde hace semanas a críticas intensas por algunas de sus posiciones, por ejemplo sobre Israel, Irán, el papel de América en el mundo o las armas nucleares.
No hay olvidar, sin embargo, que Hagel no va a tener la última palabra en estos asuntos, sino Obama; está llamado a ser ante todo el gestor de un drástico recorte en el Pentágono y de asuntos internos como el número creciente de suicidios entre los soldados y los problemas de acoso registrados en las Fuerzas Armadas. En cuanto a Afganistán, su postura sí será importante, sobre todo por su apoyo en el pasado a una retirada lo más rápida posible, y por su conocida resistencia a las intervenciones en el exterior.
En gran medida, esta posición de Hagel es compartida por John Kerry, que, sin embargo, no parece que vaya a encontrar resistencia en su confirmación. Teóricamente, la entrada en liza de Susan Rice le dejó vía libre a una confirmación con el apoyo de todos los republicanos, algunos de los cuales se resistieron ferozmente a la candidatura de Rice. Lo cual no hace de Kerry un candidato exento de críticas y detractores, por ser peligrosamente indeciso ante las cuestiones más simples y por su mal instinto diplomático, que le ha llevado a alabar a algunos de los mandatarios más dañinos del mundo.
Por último, tenemos la nominación y confirmación de John Brennan como futuro jefe de la CIA, proceso que teóricamente estará ausente de controversias, dada su popularidad y su alta consideración entre demócratas y republicanos. Sin embargo, su nombramiento puede suponer una nueva oportunidad a aquellos senadores –que los hay– que quieran abrir un debate público sobre la legalidad y la transparencia del programa de ataques con drones. John McCain ya ha confirmado que tiene varias cuestiones que preguntarle en el Senado relacionadas con los programas de interrogación de la CIA, entiéndase tortura. Fue precisamente ésta una de las varias cuestiones por las que varios grupos de derechos humanos presionaron hace unos años a la anterior Administración para que Brennan no fuera elegido jefe de inteligencia, cargo que recayó entonces en el general Petraeus.
Hay una cuestión más, que el primer presidente negro de Estados Unidos no se esperaba: ha sido acusado de discriminación por elegir un equipo donde predominan los hombres blancos. ¡Parece que va a tener que pedir prestado a Romney su "carpeta llena de mujeres"!