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Obama, neocón a su pesar

Hay que preguntarse: si desaparece esta Pax Americana, ¿qué la reemplazará?

Hay que preguntarse: si desaparece esta Pax Americana, ¿qué la reemplazará?

Bush padre mandó tropas a Panamá para expulsar a Noriega, permitiendo a los panameños votar y, hoy, crecer económicamente más que Estados Unidos. Ese día envió un tarjetón al Congreso: "En cinco horas habremos invadido Panamá. Cordialmente. El Presidente".

Aunque la motivación de Obama es responsabilizar a otros de lo que le incumbe, quizá sea mejor, aunque no necesario, que la autorización para usar la fuerza proceda de Capitol Hill.

Lo que llevó a Obama a salir del hoyo 18 para tomar una decisión fue la presión de Jerusalén, Seúl y Riad pidiendo que América cumpla lo que promete para no invitar la agresión de sus belicosos vecinos. Obama, liado por sus propias líneas rojas, se colocó a sí mismo entre la espada de sus palabras y la pared de sus aliados, inmediatos afectados por su debilidad.

Obama dice que no habrá botas sobre el terreno, de acuerdo con esa estrategia defendida por el inefable vicepresidente Biden, equivocado en cuantos asuntos su larga carrera le ha llevado a intervenir: contra la Guerra de las Galaxias de Reagan, contra el surge, a favor de la partición de Irak. Pero el secretario Kerry también aseguró a los senadores que si el objetivo militar es meramente punitivo, la política para Siria (y debe de costarle al americano que más cócteles ha compartido con Asad) es una salida negociada de Asad y que los sirios elijan a sus representantes.

Obama, pues, se ha convertido al neoconservadurismo. Da la razón a Bush hijo cuando afirmaba: "Durante décadas las naciones libres han tolerado en Oriente Medio la opresión en nombre de la estabilidad. En la práctica esta perspectiva ha traído poca estabilidad y mucha opresión; así que he cambiado esta política". Y: "Algunos que se llaman realistas cuestionan si la expansión de la democracia en Oriente Medio debiera preocuparnos. Pero los realistas pierden el contacto con una realidad fundamental: que América siempre ha estado menos segura con la libertad en retirada que cuando esta avanza".

Quien se negó hace dos años a apoyar a una oposición entonces casi exclusivamente secular, quien hizo caso omiso en primavera a la utilización de armas químicas y quien insiste en una intervención limitada se ha visto obligado a girar ciento ochenta grados para defender la credibilidad de Estados Unidos frente a enemigos que desafían, como Asad, su flojera y aliados que se verían si no abocados a su propia defensa. La estabilidad y prosperidad del mundo deben mucho a las guerras que desde el Desembarco de Normandía se ganaron por la presencia de americanos en orillas diferentes a las suyas. Hay que preguntarse: si desaparece esta Pax Americana, ¿qué la reemplazará? La responsabilidad de hacer lo correcto, que acaso acabe siendo más que el envío de un par de Tomahawks bien guiados, recae sobre el Congreso, y no sobre el inconsciente populista que tienen los americanos por presidente.

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