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Pacifismo y aislamiento

La segunda creencia de Zapatero significa devolver a España al papel de segundón al que según el PSOE la Historia nos tiene predestinados.

El número de soldados españoles actualmente desplegados en misiones internacionales es el más bajo de los últimos cinco años. Según el Ministerio de Defensa, y a la espera de que se inicie la nueva misión en Afganistán, hay tan solo 1.480 efectivos prestando servicio en el exterior frente a los 3.700 que había hace tan sólo un año. Este notable descenso pone en evidencia dos convicciones profundas del nuevo Gobierno. En primer lugar, la creencia de Zapatero de que las Fuerzas Armadas no son un instrumento útil para enfrentarse a los problemas de seguridad que padece el mundo. La segunda es que España debe disminuir su relevancia estratégica a la propia de un país de segundo orden.
 
El primer principio implica que las Fuerzas Armadas españolas sólo podrán participar en misiones de mantenimiento de la paz que no exijan un uso de su propia fuerza más allá de la autoprotección. Esto explica porque hemos retirado nuestra contribución a la operación libertad Duradera o porque en Afganistán no hemos asumido la responsabilidad de garantizar la seguridad en una zona como nos solicitaban.
 
El problema es que en un escenario de conflicto es difícil predecir cual va a ser la evolución de la situación y misiones aparentemente humanitarias pueden transformarse repentinamente en operaciones de combate con victimas propias y ajenas. Imaginamos que en ese supuesto la voluntad del Gobierno será huir lo más rápido posible del país como indica el antecedente de Irak.
 
La segunda creencia de Zapatero significa devolver a España al papel de segundón al que según el PSOE la Historia nos tiene predestinados. España es un país que vive razonablemente bien y que no quiere meterse en problemas. Las pretensiones de Aznar de hacer jugar a nuestro país en la primera división mundial no son para ellos más que delirios de grandeza que no nos trajeron más que problemas. Bastante tenemos nosotros con arreglar nuestros problemas como para pretender solucionar los de los demás.
 
El ejemplo más claro de este pensamiento es la disputa entre los miembros del Gobierno por los inexistentes dividendos de la retirada de Irak. Como en el cuento de la lechera, las ministras iban desgranando las viviendas, los hospitales, las escuelas y las carreteras que podrían hacer con el dinero que el Gobierno anterior había dilapidado en el país mesopotámico. Habría que preguntarles ahora a cual de ellas le van a quitar los 54 millones de euros que va a costar el primer año de Zapatero en Afganistán.
 
La combinación del pacifismo y el aislamiento que impregnan a este Gobierno resultará letal para nuestro país. La ensoñación de un mundo en el que el uso de la fuerza ha sido definitivamente desterrado sólo producirá el agravamiento de las amenazas que nos acechan. La subordinación de nuestro país a otras potencias cercenará cualquier capacidad para defender nuestros propios intereses en el futuro.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

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