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Secuestros masivos en el Magreb y el Sahel

Una de las milicias que aún pululan fuertemente armadas en el convulso escenario libio acaba de descubrir una nueva forma de ejercer presión. No sólo dentro de las fronteras libias.

El tema recurrente de los secuestros debe de ser tratado de nuevo ante la magnitud que ha alcanzado en fechas recientes en el Magreb y el Sahel. El 5 de abril eran siete diplomáticos argelinos los secuestrados en Gao. La acción era reivindicada por quien ya comienza a hacerse un hueco en el mapa terrorista de la región: el Movimiento para la Unidad y el Yihad en el África Occidental (MUJAO), responsable del secuestro de dos cooperantes españoles y una italiana en Rabuni, en los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf, en octubre, o del doble atentado suicida cometido también en suelo argelino, en Tamanrasset en marzo. A éste se añade el masivo de un centenar de ciudadanos tunecinos en Libia el 16 de abril. Esta vez no por terroristas, en principio, sino por miembros de la milicia de Zaouïa, localidad libia situada a 50 kilómetros de la frontera tunecina.

Estos secuestros han eclipsado la buena noticia que ha representado la liberación por parte de Al Qaida en las Tierras del Magreb Islámico (AQMI) de la ciudadana italiana María Sandra Mariani, secuestrada cerca de la localidad argelina de Djanet el 2 de febrero de 2011. Aunque una buena noticia en términos humanitarios, a buen seguro habrá detrás de dicha liberación otra sórdida página de concesiones hechas a los terroristas por las autoridades italianas. Mariani era liberada el 17 de abril en Burkina Faso, al igual que dos de los tres rehenes españoles capturados por AQMI en Mauritania. Podemos deducir que en este caso los mismos captores en términos de siglas habrán realizado un proceso similar de negociaciones, desplazamiento a gran distancia de la rehén, pago a múltiples intermediarios y reforzamiento de nuevo, en suma, de esta lucrativa industria.

El secuestro del centenar largo de ciudadanos tunecinos añade un nuevo agravante a la situación en el Magreb: aparte de los terroristas de AQMI y del MUJAO, y además de los secuestros exprés que realizan delincuentes comunes en la Cabilia argelina, una de las milicias que aún pululan fuertemente armadas en el convulso escenario libio acaba de descubrir una nueva forma de ejercer presión. No sólo dentro de las fronteras libias; se dice que los milicianos de Zaouïa pretenderían canjear a los capturados por cuatro libios detenidos en Túnez. Si esta práctica se consolida, y para ello bastará con que los secuestradores logren su objetivo al transigir a sus exigencias las autoridades tunecinas, nos encontraríamos con una deleznable extensión del chantaje por parte de milicianos y terroristas con respecto a Estados, recordando -por ejemplo- el hiriente precedente del intercambio de un soldado israelí por un millar de prisioneros palestinos o también las prácticas que desde antiguo se aplican en escenarios como Yemen o Pakistán.

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