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Talibanes en Nigeria

Los ideólogos de Al Qaeda no descansan a la hora de identificar lugares potencialmente significativos que sean útiles para su extender su sanguinario activismo, y Nigeria lo es tal y como se viene confirmando en el Sahel y el Magreb.

Los sangrientos enfrentamientos que hasta el día de hoy no han cesado de producirse en el noreste de Nigeria, entre islamistas radicales y fuerzas del orden y militares, siguen sembrando de cadáveres las calles de localidades como Bauchi, donde el 26 de julio morían cincuenta personas durante el asalto a una comisaría.

Sorprende el escaso impacto mediático que dicha violencia ha tenido en España: no debemos de olvidar que esta región forma un todo con el vecino Sahel a la hora de evaluar el terrorismo yihadista que nos amenaza, tal y como lo confirmaba hace unos días la visita de Rubalcaba a Malí y Senegal. Cada vez más, los activistas nigerianos son interceptados por fuerzas de seguridad argelinas y malíenses cuando emprenden operaciones antiterroristas en las arenas del Sahel. Se trata de terroristas tan convencidos como los aproximadamente 70 que atacaban con pistolas y granadas una comisaría en Bauchi para liberar a sus líderes. Comenzaron así unos enfrentamientos que el 29 de julio provocaban al menos otra cincuentena de muertos.

Los choques constituyen un capítulo más en un enfrentamiento intercomunitario que viene de atrás: el pasado febrero morían 14 personas en Bauchi en disturbios entre musulmanes y cristianos mientras que el pasado noviembre entre 200 y 700 personas perecían en choques también interreligiosos producidos en el Estado de Jos, en el centro del país.

Los responsables de este baño de sangre pertenecen a Boko Haram (Educación Prohibida), un grupo extremista local inspirado por el mullah Mohamed Yusuf, partidario de imponer con más rigor la sharia para "limpiarlo de la educación occidental". A éstos hay que responsabilizar de la muerte de más de 200 personas en aproximadamente cuatro días, en unos disturbios que ya se han extendido desde el Estado de Bauchi a los vecinos de Borno y Yobe. La localidad de Gamboru-Ngala, fronteriza con Camerún, habría sufrido también disturbios el mismo día 26. El 27 de julio se llegaron a registrar enfrentamientos en Wudil, localidad situada a tan sólo 20 kilómetros de Kano. Es tradicionalmente el lugar de referencia para el islamismo radical por ser la mayor ciudad del norte de Nigeria. Como puede observarse, el panorama no pinta nada bien.

En los enfrentamientos han participado no sólo los activistas de Boko Haram, sino también otro grupo, denominado precisamente "Talibán", del que dos de sus miembros morían el 27 de julio al manipular dos bombas. Los "Talibán" nacían en enero de 2004 inspirándose en sus homónimos afganos liderados por el Mullah Omar y tienen su base en la localidad de Kanamma, situada en el Estado de Yobe y próxima a la frontera con Níger, vínculo privilegiado para infiltrarse en la franja del Sahel. Sus miembros se estiman en 200, incluyendo mujeres, y ofrecen un embrión atractivo para que el yihadismo salafista pueda operar en esta zona de África. Haríamos mal en perderles la cara en el futuro.

Deben saltar todas las alarmas. Nigeria es el país más poblado del continente (140 millones de habitantes) y su gran productor de hidrocarburos, atractivo trampolín para propagar el yihadismo salafista por doquier. Los ideólogos de Al Qaeda no descansan a la hora de identificar lugares potencialmente significativos que sean útiles para su extender su sanguinario activismo, y Nigeria lo es tal y como se viene confirmando en el Sahel y el Magreb.

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