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Tan fiable Merkel como Alemania

Gracias, Angela. Sin ti, no hubiera sido posible.

La ventaja de Merkel sobre los demás socios europeos, que le permite dirigir Europa en solitario sin el tradicional lastre decorativo de Francia, es su fiabilidad. Gane quien gane las elecciones del domingo, y lo más probable es que sea ella, esa seguridad la proporciona no quien ocupa la Cancillería, sino Alemania.

Zapatero, ese visionario, le llamó "la fracasada". Así que no sorprenderá que las encuestas digan que gobernará por tercera vez, bien mediante una gran coalición (lo que ya ocurrió entre 2005 y 2009) entre democristianos (40% en los sondeos) y socialistas (25%), bien reeditando alianza con los liberales, si logran representación.

La popularidad de la canciller y su partido procede de la buena situación económica y la tasa de paro. No de su populista política energética, cuyo apagón nuclear convierte al gigante industrial alemán en dependiente de Francia y, sobre todo, de la Rusia de Putin.

Pero en estos comicios no solo pesan los aciertos de Merkel, entre los que incluiremos el artículo 135 -puntos 4, 5 y 6- de nuestra Constitución, pues no es poca cosa obligar a los asilvestrados económicos Zapatero y Rubalcaba a reformar a toda prisa la Ley Fundamental para no gastarse el dinero de la descendencia. Los que la tenemos se lo agradecemos: gracias, Angela. Sin ti, no hubiera sido posible.

No pesan, pues, sólo los aciertos. También las insuficiencias de los adversarios. Los socialdemócratas no pueden coaligarse ni con La Izquierda, partido comunista oriental radical que aspira a un 10% de apoyos, ni con Los Verdes, cuyo líder promovió en su día un programa con la pedofilia como derecho. Así que el mejor candidato para gobernar con el socialista Steinbrück también es la candidata Merkel.

Con todo, Alemania no puede liderar Europa más que coyunturalmente.

Los alemanes sostienen el euro no por entusiasmo, sino porque una mayor integración de la Eurozona les beneficia, siempre que puedan controlar impuestos y gastos ajenos. No es liderazgo, es compromiso práctico, que además ejercen moderadamente debido a un sistema político impuesto por los aliados (USA) tras la II Guerra Mundial. Mucha pausa y pocos excesos; y en ningún caso monetarios. Es lo que nuestro ministro Margallo ilustró en su día delicadamente: "Merkel llega a todo un cuarto de hora tarde". Acaso Margallo no tenía noticia de que la Blitzkrieg llegaba a todo un cuarto de hora antes y que hasta los niños saben que la inflación trajo a Hitler.

Alemania no reúne, pues, las condiciones económicas, históricas y políticas para dirigir sola Europa. Su control económico de estos años, determinado por la vía de los hechos y consagrado jurídicamente por el Tratado de Lisboa y el Tratado de Estabilidad Financiera, ha sido en conjunto una bendición para España, embridando los impulsos suicidas de Zapatero y sus secuaces. Pero no puede ir más allá. Para mejorar Europa, esta Alemania seria y fiable necesita aliados serios y fiables en lugar de petimetres que la insulten por comportarse responsablemente.

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