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Zapatero y el socialnihilismo

De aquí a las próximas elecciones se hará patente que el PP no tendrá enfrente un proyecto para España, sino más bien la negación explícita de cualquier proyecto. Una especie de socialnihilismo, de rechazo y odio a toda reflexión intelectual o política

Sin duda es aún pronto para saber a qué lugar conducirá exactamente Zapatero al Partido Socialista. Aún desconocemos si es posible una reacción interna o una escisión socialdemócrata en la línea de la izquierda europea. Lo que sí sabemos es que el PSOE no sólo ha recuperado lo peor de su tradición histórica, nada ajena al derramamiento de sangre, sino que más aún que el radicalismo político, lo que caracteriza precisamente a Zapatero es haber desplazado al PSOE hacia el relativismo ideológico, hacia el rechazo explícito de principios y contenido político o ideológico de cualquier tipo.

La caída del Muro y el 11-S llevaron a la izquierda europea a replantearse algunas cosas, como no podía ser de otra forma. Sin embargo, lo que caracteriza al PSOE es precisamente lo contrario: el rechazo siquiera a dotarse de un corpus ideológico, aun izquierdista. Fuera de toda coherencia ideológica, este vacío explica que el PSOE pueda pactar al mismo tiempo con partidos revolucionarios y con partidos profundamente conservadores, nacionalistas y aún reaccionarios. O la defensa al mismo tiempo de la homosexualidad y del islamismo más homófobo. O la defensa de los privilegios entre españoles de primera, de segunda e incluso de tercera.

Zapatero está llevando a la izquierda española a desideologizarse salvajemente. Faltan principios y coherencia de cualquier tipo, incluso los más tradicionales del sindicalismo o del socialismo. Este vacío ideológico se sustituye con el uso masivo de la propaganda y la manipulación informativa. A corto plazo la cosa proporciona buenos réditos, pero a la larga será catastrófica para el PSOE, la izquierda y el propio país. El peligro viene del hecho de que la falta de proyecto es ya en sí misma un proyecto de futuro.

La derecha española en general y el Partido Popular en particular deberán ir actuando en consecuencia. De aquí a las próximas elecciones se hará patente que el PP no tendrá enfrente un proyecto para España, sino más bien la negación explícita de cualquier proyecto. Una especie de socialnihilismo, de rechazo y odio a toda reflexión intelectual o política, de sustitución de las propuestas y el debate por las consignas y el griterío. Rajoy y el PP no pueden esperar mucho antagonismo puramente ideológico de un partido que está haciendo apología del irracionalismo, el emotivismo y la demagogia.

Ante eso al PP le caben dos opciones. La primera proviene de la tentación y los cantos de sirena del PSOE y de la izquierda mediática que le acompaña en su socialnihilismo; sumarse al juego del poder, de la disolución ideológica, del todo vale y nada es valioso. De aceptar los carnéts de moderación y correción política que otorga el socialnihilismo. La segunda es recoger y mantener contra viento y marea los principios políticos propios, que se han demostrado verdaderos, e incluso recoger aquellos principios que el PSOE de Zapatero desprecia en su ansia de poder y ha abandonado definitivamente: la seguridad, la defensa, la educación, la familia. Es decir, la ambición nacional. Así las cosas, en España, contra el socialnihilismo, el sarkozismo se demostrará andando.

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