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ZP, el padre de todos los tratados

Que no se quiera hacer creer que el presidente español, es un decir, va a predicar con la fe del converso el nuevo mini-texto porque no cuela.

Este viernes, si el tiempo y la autoridad lo permiten, Zapatero visitará Polonia. Si ha dormido lo suficiente y se encuentra descansado, el presidente del Gobierno acudirá a Varsovia. Tres años ha dejó de hacerlo, pues le había agotado la comparecencia de la comisión del 11-M en donde declaró que algunos "no estarán contentos ni con la sentencia", aludiendo a la firmeza de su convicción respecto a la versión oficial del atentado. Ahora, los representantes de la versión oficial en todos los temas divulgan, a través del diario independiente de la mañana –y de nada más–, que ZP convencerá a los polacos (los "malos") de que el nuevo tratado simplificado dado a luz por Sarkozy, nos conviene a todos.

Francamente, Europa se merece un Gobierno español que no le mienta. O sea, que nos hemos pasado casi tres años defendiendo que estábamos en el corazón de Europa, que éramos los primeros en Europa, los más europeístas, los más modernos y tal y cual por haber votado renqueantemente que sí la "Constitución europea", y resulta que ahora se presenta a Zapatero como el adalid de su versión diminutiva. ¡Vale ya!

Otro diario progre europeo, que últimamente anda dando tumbos por la debacle socialista en las presidenciales y legislativas francesas, Le Monde, publicaba ayer la última defensa numantina –con perdón para los numantinos– de la Constitución europea que se empeñó en refrendar Zapatero antes que nadie. No hubiese habido inconveniente en que firmara con el ex mandatario francés Giscard, al menos hubiera sido coherente, pero no se puede estar en misa y repicando. Que no se quiera hacer creer que el presidente español, es un decir, va a predicar con la fe del converso el nuevo mini-texto porque no cuela. Por de pronto, eso de fe y converso le debe sonar pornográfico y no admisible en el programa de Educación para la ciudadanía. Por otra parte, los más favorables al nuevo tratado de bolsillo son los holandeses, que votaron que no a lo que Zapatero votó sí; los ingleses, que en materia internacional suelen ser gente sensata; y los checos, con la derecha en el gobierno. Así que no comparte nada con ellos. ¿Cómo era eso de "no he aprendido nada de la derecha"? Creo que lo dijo en Vogue o Marie Claire, no en The Economist.

En realidad, lo más verosímil es que el accidental turista a Polonia comparta las posiciones de Giscard. Este se dice dolido de la exclusión de los artículos sobre los símbolos de la Unión porque "lastiman nuestro orgullo aún frágil de sentirnos europeos".También dice –hace falta valor–, que la nueva propuesta de simplificar y reducir el tratado supone "confirmar a los ciudadanos europeos su idea de que la construcción europea es una maquinaria organizada a su espalda por juristas y diplomáticos". La verdad es que eso es lo que tratan de evitar los rechazos holandés y francés que tanto molestaron en su día en Moncloa y Santa Cruz.

Pero hoy, como por arte de magia, resulta que el padre del nuevo tratado también va a ser Zapatero. El 1 de septiembre de 1939 la Alemania Nazi invadía Polonia, casi al mismo tiempo la Unión Soviética perpetraba la masacre de Katyn y se iniciaban cincuenta años de oscuridad en aquella tierra. Uno de los sitios más conocidos del país es Auschwitz. En nuestros días, los polacos han recobrado la libertad y pueden discutir con sus socios europeos legítimamente y en franquía. Tendrán razón o no, pero deberíamos dejar de deslegitimar al adversario como regla política y vamos a dejar de mentir sobre el tratado que quería Zapatero y ha sido desechado. Y si puede ser, vamos a dejar de identificar a los polacos como los "malos", quizá los "descerebrados", por defender su derecho de influir en los asuntos europeos. Como hacen las demás naciones. Antes, incluso España.

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