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Gina Montaner

El futuro ya está aquí

Tenerle recelo a los prodigiosos gadgets que se encuentran en los establecimientos de Apple, verdaderos templos de la modernidad, es tan atávico como creer que la Tierra es plana y que en sus esquinas sólo nos esperan abismos poblados de monstruos.

Es grande la tentación de permanecer cómodamente instalados en el ayer. Continuar leyendo los diarios en papel. Resistir los cantos de sirena del iPad y el iPod. Dejarse intimidar por quienes manejan con pericia el universo de los tuits. Lo fácil es reivindicar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Atrincherarse en la altivez de que la formación que uno recibió fue más completa que la de esta generación tecnológica, cuyo máximo gurú es el recientemente fallecido Steve Jobs.

Uno, que ya va siendo mayor, ha cometido suficientes errores como para seguir cayendo en faltas. Por este motivo, en vez de darle la espalda a un mundo que evoluciona a la velocidad de los neutrinos, resulta mucho más gratificante sumarse, aunque sea en calidad de patoso copiloto, al viaje de estos jóvenes (que en muchos casos son nuestros hijos), embarcados en una revolución cuyo modo de comunicarse ha cambiado radicalmente. Ellos son los maestros del instant messaging, de la divulgación por medio de Twitter, de los Apps o el Kindle. Instalados en un futuro que llegó para quedarse y que no tiene vuelta de hoja.

Tal vez motivada después de leer la magnífica biografía que el periodista Walter Isaacson ha escrito sobre la tumultuosa y no menos fascinante vida de Jobs, el impulsor y creador de Apple, me animé a asistir a una charla de Nick Bilton, director de la sección de Tecnología del New York Times y autor del popular blog Bits, especializado en difundir y discutir los últimos avances en tecnología. Como ya viene siendo habitual con estos expertos de la era digital, Bilton no pasa de la treintena y su look es una mezcla de nerd con gafas de pasta pasado por la informalidad de Gap.

Frente a un público mayoritariamente joven y deseoso de aprender aún más sobre el poder y la influencia de las redes sociales, Bilton dejó bien sentado que las innovaciones progresan a ritmo vertiginoso. Tanto, que en uno de los talleres que imparte en New York University sobre la combinación de tecnología y arte (el gran leit motif de Jobs), dio origen al proyecto de la impresora en 3D. Bilton, familiarizado con robots, sensores y microchips, reconoció que todavía está impresionado por lo que recientemente había presenciado en la sede de Google en San Francisco: allí un equipo de techies imprimió (literalmente y no en sentido figurativo) una vasija de cerámica. Más pronto de lo que podemos imaginar, nos dijo Bilton, podremos, por ejemplo, "bajar" una vajilla de Ikea e imprimir los platos y tazas en nuestros hogares. Lo que hace años parecía pura ciencia ficción ya es una realidad.

En lo relativo a la importancia de las redes sociales y como éstas, por su naturaleza instantánea, se imponen cada vez más a la información tradicional de los periódicos y los telediarios, Bilton aseguró que Twitter es, sin duda, el medio divulgativo más poderoso. En el democrático y conciso foro de los tuits con 140 caracteres, la aldea global comparte y propaga una descomunal cantidad de información. Por medio de los Tweets se anticipan los acontecimientos en la Plaza de Tahrir, en el Cairo, o se debate el futuro de los candidatos presidenciales cuando todavía en los diarios se cocina lentamente el editorial del día siguiente.

Frente a los escépticos que aseguran que esta avalancha tecnológica sólo contribuye a hacer más ignorantes a las generaciones venideras, Bilton insistió en que los estudios más recientes realizados por neurocientíficos apuntan a que el cerebro está más que preparado para el multitasking. El hombre se ha habituado a Internet como en otros tiempos lo hizo al libro recién salido de la imprenta, al teléfono o a la televisión en blanco y negro. Tenerle recelo a los prodigiosos gadgets que se encuentran en los establecimientos de Apple, verdaderos templos de la modernidad, es tan atávico como creer que la Tierra es plana y que en sus esquinas sólo nos esperan abismos poblados de monstruos.

Con total humildad escuché al brillante Nick Bilton y de inmediato compré su libro, Vivo en el futuro...y esto es lo que veo. Me he propuesto darle la bienvenida al e-book en cuanto lo acabe de leer. Lo próximo será imprimir un vestido o un par de zapatos. Es mejor asimilarlo antes de que el futuro nos deje atrás.

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