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Gina Montaner

Tras los pasos de Kirai

Rebuscando entre los escombros y los rincones de las redes sociales, aparecieron los haikus de 140 caracteres de Kirai, que es su nombre de pluma virtual.

Todo sucedió por el efecto dominó del potente terremoto que en Japón desencadenó un temible tsunami que provocó la grave crisis nuclear en la central de Fukushima. Por ese orden llegué a seguirle los pasos a Kirai, un perfecto desconocido que, si no fuera por la era insomne y omnipresente de internet, seguramente nunca se habría cruzado en mi camino. O, para ser más exactos, yo en el suyo.

Desde el momento en que el seísmo rugió y de su furia brotó la inmensidad del océano, sólo recuerdo un amasijo de noticias 24 horas al día que echaron a rodar como una extensión de la gran bola de fuego que, como el genio malévolo, quiere escapar del encierro de los reactores. Partes informativos, corresponsales ojerosos, análisis sesudos, diagramas complicados, imágenes desoladoras. Imposible desconectar. Inútil dormir acompañados de la pesadilla de los 50 de Fukushima en una suerte de martirologio atómico del siglo XXI. Con el paso de las horas las informaciones repicaban calcadas como si la radiactividad alcanzara a debilitarnos globalmente.

En eso, rebuscando entre los escombros y los rincones de las redes sociales, aparecieron los haikus de 140 caracteres de Kirai, que es su nombre de pluma virtual. El de pila y la foto que lo acompaña en el ciberespacio lo sitúan nacido en España y en el ecuador de la juventud. Pero Kirai es su alter ego nipón porque allí vive, trabaja, escribe un blog y "tuitea" con asiduidad. Después del terremoto su cuaderno de internauta se ha transformado en el diario de un náufrago. Un políglota y ciber experto reconvertido en un héroe de cómic Manga que, junto con un grupo de compañeros errantes, se ha trasladado de Tokio hacia Fukuoka, en el sur, en busca de una paz zen. Huyendo, también, de la exaltación de los telediarios y los datos contradictorios sobre la gravedad de la situación.

Por los twitters te conocerán: poco antes de la tragedia Kirai publicó que se acababa de comprar 1Q84, la última novela de Haruki Murakami. Una historia con ecos orwellianos. Luego sobrevino el seísmo y sus libros tal vez quedaron olvidados en la premura de la huida. Pero en los post de sus andanzas, sucintos y extrañamente lúcidos en medio del caos, es evidente que lleva consigo el espíritu cifrado del autor de Tokio Blues. En pocas palabras todo está dicho. Una sencilla foto en Flickr simboliza la recuperación de una sensatez que se resiste a la bulla circundante: Kirai y sus amigos recolectando espinacas en un huerto. Kirai y sus amigos disfrutan de la cena que han preparado. Kirai y sus amigos, cada uno frente a su ordenador, concentrados en su trabajo. Instantáneas de una serenidad como antídoto contra titulares apocalípticos anunciando nubes radiactivas sobre California y la venta masiva de tabletas de yodo en las farmacias de Estados Unidos.

Cuando los acontecimientos en Japón vuelvan gradualmente a su cauce, seguramente Kirai regresará a Tokio y retomará la lectura interrumpida de 1Q84. Sus "tuits" y su bitácora seguirán asomándose en la blogosfera, pero ya no será igual seguirle los pasos al joven que celebró su cumpleaños bajo el manto amenazador de una radiación mortífera. Kirai proseguirá su camino. Y yo el mío.

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