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Gina Montaner

Un hombre en una pecera

Señalar a Phelps como un freak que da mal ejemplo es una monumental burla, porque el muchacho posiblemente hacía lo mismo que casi todos los chicos de su edad en una noche de diversión en el campus.

El prodigioso nadador olímpico Michael Phelps se ha disculpado públicamente por haber sido sorprendido in franganti. La imagen del deportista fue noticia mundial: Phelps aparecía inhalando de una pipa que usualmente se emplea para fumar marihuana. Como castigo por haberse mostrado como un ídolo con pies de barro frente a una juventud que supuestamente lo percibía como San Martín de Porras, la federación de natación lo ha suspendido durante tres meses y la marca de cereales Kellogs ha retirado su imagen de las cajas que se compran en los supermercados.

En una sociedad como la americana, marcada por la severidad calvinista a la hora de juzgar a los mortales, ha sorprendido el debate nacional en torno al imprudente comportamiento de Phelps durante una fiesta en una residencia de estudiantes que ahora las autoridades investigan con celo. Desde las páginas del New York Times, por ejemplo, hay columnistas que han destacado la hipocresía de una sociedad que no desconoce que en los ambientes universitarios el consumo de cannabis es habitual. Para ellos señalar a Phelps como un freak que da mal ejemplo es una monumental burla, porque el muchacho posiblemente hacía lo mismo que casi todos los chicos de su edad en una noche de diversión en el campus. O sea, Michael Phelps es un tipo que encaja en la media, sólo que es una figura pública cuyo error consistió en no calcular que más de un conocido estaría dispuesto a sacarle una foto traicionera con ese invento diabólico y necesario llamado teléfono móvil.

A la defensa de la estrella de las Olimpiadas de Beijing han salido nada menos que los grupos que abogan por la legalización de la marihuana. "The Marijuana Policy Project" ha lanzado una campaña contra Kellogs, tachando a la empresa de "hipócrita y repugnante" por su moral de doble rasero. Los activistas le han recordado al imperio de los cereales que ya en el pasado Phelps había tenido problemas con la justicia por conducir en estado de ebriedad, sin embargo, algo tan peligroso como estar al volante borracho no les había impedido pagarle una cantidad millonaria por anunciar junto al Tigre Tony los populares y azucarados Frosties. Tampoco se han librado del rapapolvo políticos ilustres como George W. Bush, Bill Clinton o Barack Obama, quienes han admitido que en su juventud consumieron drogas. Para los pro cannabis el mensaje es contradictorio: un canuto o esnifar cocaína te puede llevar a la Casa Blanca, pero en el caso de Phelps podría arruinarle su brillante carrera deportiva. Con gran sentido del humor, los que defienden la despenalización de las drogas blandas han asegurado que a partir de ahora, cuando les entre el apetito voraz después de fumar un canuto, no repetirán el ritual de zamparse una caja de cereales antes de irse a la cama.

Tal vez lo que se le escapa a Kellogs es que chicos y mayores admiran al célebre nadador por su infinita capacidad acuática y la perfección de una criatura que ha pasado más tiempo dentro del agua que con los pies en la tierra. Por primera vez en su vida Michael Phelps se comporta como un típico joven de 23 años y no como el delfín Flipper. De ahí la sorpresa y el revuelo.

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