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Guillermo Dupuy

C's y el 'amarillismo' contra el PP

Lo escandaloso es la cantidad de años que la financiación del PP lleva en el candelero sin que los tribunales hayan todavía dictado sentencia.

Lo escandaloso es la cantidad de años que la financiación del PP lleva en el candelero sin que los tribunales hayan todavía dictado sentencia.
EFE

Hasta tal punto Ciudadanos ha renunciado a ser una alternativa liberal a la socialdemocracia del PP y a su pusilanimidad ante el secesionismo catalán que su labor de oposición parece limitarse a sumarse a PSOE y Podemos en ese linchamiento amarillista contra el partido de Rajoy en el que se ha convertido, ya antes de nacer, la comisión de investigación sobre su supuesta financiación ilegal.

Ya resultó lamentable en su día que el"compromiso con la transparencia" de la formación de Albert Rivera se saldara con la creación de una comisión parlamentaria limitada a la financiación del PP, sin abordar la de otros partidos; pero más bochornoso me ha resultado –por no hablar de su supuesta ilegalidad– que C's, PSOE y Podemos se nieguen a acotar determinados aspectos, como el ámbito territorial, temático y temporal de su supuesta investigación.

Eso, por no recordar que no hay que confundir las responsabilidades políticas con las penales y que las comisiones parlamentarias no pueden sustituir a los tribunales de justicia. De hecho, lo que nos debería resultar una auténtica vergüenza no es que no se haya creado una comisión de investigación sobre la corrupción del PP, de la que en el Congreso ya se ha hablado hasta la nausea, sino la cantidad de años que Barcenas y la financiación irregular del PP llevan en el candelero sin que los tribunales hayan todavía emitido sentencia alguna.

Acabar con la politización y con esta no menos escandalosa lentitud de nuestra Justicia debería ser la labor de nuestros políticos, no la de erigirse en nuevos inquisidores y promotores de una especie de causa general contra la corrupción centrada únicamente en la que afecta al Partido Popular.

Esta reyerta entre partidos, que, en realidad, no investigan nada, pues, entre otras cosas, tampoco es su labor, nos distrae de la necesidad de acometer auténticas y profundas reformas legislativas que vayan a la raíz del problema de la corrupción, como la ya citada lentitud y politización de la Justicia, la falta de control y transparencia en el gasto público o el colosal intervencionismo, que aboca a los mandatarios a un sinfín de tentaciones. Lo peor es que también nos distrae de muchos otros problemas que aquejan a España, frente a los cuales parece haber un consenso entre nuestros políticos en no hacer nada.

Frente a la corrupción ideológica del partido de Rajoy, que muchos seguimos considerando todavía más grave que la que monopoliza la atención de nuestros políticos y medios de comunicación, la formación de Albert Rivera no constituye alternativa alguna. Y frente a la otra, los naranjitos, al alimón con PSOE y Podemos, me resultan, sencillamente, amarillos.

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