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Guillermo Dupuy

Dinero público para ofender a los cristianos

No sé si dedicar recursos públicos para ofender los sentimientos religiosos de los cristianos forma parte también de ese "despilfarro" que el PP persigue de palabra pero preserva de obra mediante subidas de impuestos.

No sé si dedicar recursos públicos para ofender los sentimientos religiosos de los cristianos forma parte también de ese "despilfarro" que el PP persigue de palabra pero preserva de obra mediante subidas de impuestos. Lo que sé es que el Ayuntamiento de Madrid, dirigido por Ana Botella, promociona a cargo del contribuyente una exposición del "artista" Sergio Parra en el Teatro Español en la que se exhibe una fotografía del actor Asier Etxeandia desnudo tapando su pene con la imagen de Cristo crucificado.

Ni que decir tiene que si el "artista" hubiera utilizado de taparrabos una imagen de Mahoma, semejante fotografía no se exhibiria en un centro a cargo del contribuyente ni probablemente en cualquier otro. Es más, creo que el "artista" ni siquiera se habría atrevido a dar rienda suelta a su vena artística mediante la ofensa a las creencias de los musulmanes. Pero claro, estos "artistas" progres son muy respetuosos con las creencias religiosas, salvo con las cristianas.

El caso es que, a pesar de las decenas de miles de ciudadanos que han solicitado por escrito la retirada de esa fotografía tan ofensiva para sus creencias religiosas, el ayuntamiento de Madrid ha decidido mantenerla. El concejal de las artes, Fernando Villalonga, lo ha justificado sobre la base del "profundo respeto" que el consistorio tiene a la "libertad de expresión". Vamos, que no contento con ofender a los cristianos, este concejal se permite denigrar la "libertad de expresión" como si fuera esta libertad la responsable de que con dinero público un señor se dedique a ofender a quienes forzadamente sufragan su mediocre e insultante obra. Y es que nadie está criticando al señor Villalonga por utilizar su casa –o la de la Sra. Botella– para hacer esas exposiciones. Tampoco nadie le objetaría que él o la Sra. Botella acudiesen a visitar esa exposición a un centro privado, si tienen el dudoso gusto de apreciar la blasfemia como expresión artística. Lo que se les critica es que dediquen a ello recursos públicos. Hablar de censura para referirse a la retirada de esa fotografía sería tan inapropiado como hablar de censura en el caso de la obra de muchísimos artistas a los que no se cede el Teatro Español para que expongan su obra. El concepto de censura sólo es aplicable en el caso de vulnerar derechos de propiedad privados, pero no cuando de lo que se habla es del uso de un medio o un centro público, como es el caso del municipal Teatro Español.

Para más inri –nunca tan apropiada la expresión– debemos tener en cuenta que esta exposición ya desató su polémica el pasado mes de julio en el Festival de Mérida, de donde fue retirada esa fotografía, pues los responsables políticos fueron, en esa ocasión, más respetusos "con la libertad de expresión" de los ciudadanos ofendidos que con el ofensivo artista. De hecho, ahora se ha sabido que el consistorio madrileño, cuando aun lo encabezaba Gallardón, acordó con el Teatro Español retrasar hasta cinco meses la inauguración de la exposición de Parra para que no causara perjuicios electorales. La idea de Gallardón era que esta exposición no le perjudicara en las elecciones para, una vez ganadas, pasarse los valores y sentimientos religiosos de sus votantes por el mismo sitio por donde ha ido a parar la imagen de Cristo crucificado. ¿Versos sueltos? No, acomplejados hasta el extremo de la caradura.

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