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Guillermo Dupuy

El aval de Rajoy a la paz sucia de ETA

Con la excepción de UPyD, la mayor responsabilidad de que los españoles puedan caer en la trampa de creer que los terroristas están en mejor disposición de la que realmente están, no es de ETA, sino de la vergonzosa clase política española.

Aunque en junio de este año escribí un artículo que llevaba por título "Habrá que vigilar al Gobierno de Rajoy", en el que ya expresaba "mi temor a que Rajoy nos haga trampas", no podía entonces imaginar que el líder del PP nos las pretendiera hacer tan temprano y de forma tan felona, burda y suicidamente estúpida como lo ha hecho al calificar de "buena noticia" el nauseabundo y chantajista comunicado de ETA.

Naturalmente para poder calificar positivamente el repugnante comunicado terrorista, Rajoy ha tenido que ocultar el elogio que en él ETA hace de los asesinos de casi un millar de españoles, o cómo la banda sigue denigrando como "represivo" a nuestro Estado de Derecho, o cómo los terroristas exigen la impunidad y el cumplimiento de los objetivos secesionistas por los que nos han venido asesinando.

Rajoy sólo se ha podido aferrar a la única concesión que los criminales hacen a quienes aspiran a tener de compañeros de viaje en esta paz sucia, y que no es otro que el cambio de calificativo de su alto el fuego de "permanente" a "definitivo".

Sin embargo, no por este nuevo calificativo empleado por los etarras, la mayor responsabilidad de que los españoles puedan caer en la trampa de creer que los terroristas están en mejor disposición de la que realmente están deja de ser, con la excepción de UPyD, de la vergonzosa clase política española. Más aun cuando son los propios terroristas los que exigen un "proceso de diálogo directo con los gobiernos de España y Francia que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada".

Pero quizá la mayor contribución que ha hecho Rajoy a la mentira institucionalizada, que nuevamente padecemos, sea su mentirosa afirmación de que esta declaración etarra "se ha producido sin ningún tipo de concesión política". Rajoy no sólo oculta las concesiones políticas que los etarras exigen en su comunicado, sino que miente al negar las concesiones políticas que ya le han precedido y hecho posible.

Si digo que Rajoy miente es porque Rajoy sabe que falta a la verdad cuando no ve como "concesión política" la celebración y la participación de los socialistas en la conferencia internacional de San Sebastián auspiciada y elogiada por la propia ETA. Rajoy sabe que falta a la verdad cuando no ve una "concesión política" en la derogación de facto de la Ley de Partidos que ha permitido a los proetarras volver a las instituciones sin condenar a ETA y sin que esta se disuelva. Rajoy sabe que falta a la verdad cuando no ve como concesión política que López y Rubalcaba ya hayan asumido como iniciativa propia un acercamiento de los presos etarras, que no es sino una exigencia de los proetarras como "primer paso a la amnistia". Rajoy sabe que falta a la verdad cuando no ve como "una concesión política" la que él mismo ha brindado a ETA al calificar de "buena noticia" el nauseabundo comunicado etarra.

Así las cosas, no es de extrañar que en el PP no hayan sabido ahora responder a los medios de comunicación si Rajoy va a mantener el compromiso de expulsar a los proetarras de Bildu en caso de llegar al gobierno. Otro tanto se podría decir de la doctrina Parot, o de si el futuro gobierno del PP va a detener a los terroristas que siguen prófugos de la justicia.

Hay quienes, criticando el "cambio de guión" de Rajoy, lo han tratado de presentar como un modo de impedir que el PSOE monopolice la baza electoral del "final del terrorismo". Estupidez supina por cuanto eso es tanto como inventarse una buena noticia para que no sea un gobierno mentiroso el único que la celebre.

Rajoy debía haber respondido al comunicado etarra como lo que es: como un inadmisible comunicado terrorista, en el que los etarras apenas ocultan su chantaje, reivindican y elogian su pasado criminal y condicionan su "cese definitivo" a un inadmisible e intolerable proceso de negociación con los gobiernos de España y Francia. Con esa actitud, Rajoy no sólo hubiera conectado con esa inmensa mayoría de españoles que, a pesar de los engaños de nuestra clase política, no ven en el anuncio de ETA el fin incondicional e irreversible del terrorismo, sino que hubiera evitado tener que ser rehén de una mentira que él mismo ha contribuido a forjar y que, si no la mantiene con nuevas concesiones, bien puede estallarle a él como presidente de Gobierno. ¿Se cree Rajoy que, llegado tal caso, un Rubalcaba en la oposición le llamaría para consensuar el comunicado de repulsa?

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