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Guillermo Dupuy

El regeneracionismo sin remedio

La “Vox de los Ciudadanos de UPyD” habría sido, merced a la dispersión de la izquierda extrema, la candidatura más votada tras la del PP y la del PSOE.

Los resultados de los comicios europeos de este domingo han refutado, tal y como era previsible, las previsiones del último sondeo del CIS que negaba representación parlamentaria a Ciudadanos tanto como limitaba la de UPyD a tres escaños. Ahora bien, estos resultados electorales también han confirmado los riesgos de la dispersión del regeneracionismo, de los que también les advertí nada más tener conocimiento de la aparición de Vox. Y es que si estas tres formaciones regeneracionistas se hubieran presentado unidas en una única plataforma electoral, esta "Vox de los Ciudadanos de UPyD", tal y como la bautizaba este domingo Pedro J. Ramírez, probablemente habría sido, también gracias a la dispersión de la izquierda extrema, la candidatura más votada tras la del PP y la del PSOE.

Los dirigentes de UPyD, de Ciudadanos y de Vox hacen un discurso y ponen en valor unos principios absolutamente similares cuando de captar votos se trata. Sin embargo, cuando se les pregunta la razón de por qué entonces no suman fuerzas en una única coalición electoral, dicen que son formaciones "muy diferentes" sin siquiera molestarse en decirnos en qué lo son. Ya que Nart (Ciudadanos) hasta la fecha no nos ha informado de por qué considera que Vox es "otra cosa", esperaré a que Girauta nos diga qué es eso que le separa de la formación que ha liderado Vidal-Quadras. Otro tanto habría que preguntarle a Pagazartundua (UPyD) respecto de la formación de Ortega Lara o de la de Girauta.

Por mucho que el sondeo del CIS haya errado, es evidente que Vidal Quadras y el precioso cuarto de millón de electores que le han votado no han tenido finalmente este domingo razones para reírse "a mandíbula batiente". Pero tampoco deberían tenerlas, a pesar de su representación, los dirigentes de UPyD y de Ciudadanos de cara al futuro y si lo que pretenden es algo más que una ocupación laboral.

Por mucho que ambos se regocijen en el hecho de que PP y PSOE, culpables del descrédito de algo tan encomiable como el bipartidismo, hayan cosechado sus más bajos porcentajes de voto, el regeneracionismo de Rosa Díez y de Albert Ribera va a quedar en mero espejismo como los llamados a entenderse no lo hagan por culpa de los personalismos.

El mal llamado bipartidismo de PP-PSOE habrá tenido el menor respaldo de su historia, pero la fuerza de representación del descontento hacia estos dos grandes partidos se puede perder tanto por ausencia como por exceso de conductos.

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