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Guillermo Dupuy

Gabilondo y su llamada a la "reconciliación"

Si Gabilondo quiere reconciliación, que se reconcilie consigo mismo y con sus infames errores.

Asegura un beatífico Gabilondo en su videoblog de la SER y acerca del 11-M:

Como consecuencia de la histeria de aquellos momentos tremendos y de la inminencia de las elecciones se produjeron muchísimos errores de todo tipo y naturaleza.

Ya podría decirnos el ilustre periodista si entre esos "muchísimos errores" figura el de exigir a un Gobierno, a escasas horas de producirse un atentado, que sepa y diga a ciencia cierta quiénes han sido sus autores. Ya podría decirnos si considera un error acusar al Gobierno de Aznar- tal y como se hizo desde de la SER-, no ya de equivocarse, sino de mentir y de ocultar información por apuntar en un principio al terrorismo etarra. Gabilondo nos podría decir también si considera un error la vileza aquella del terrorista suicida y sus múltiples calzoncillo inexistentes.

Reconocer estas vilezas que constituyeron algo peor que simples errores daría credibilidad a esa "gran reconciliación" que Gabilondo pide ahora a propósito del 11-M; si no fuera –claro está– porque la "reconciliación" a la que él se refiere constituye, en realidad, una llamada a la marginación, a la exclusión y al silenciamiento no sólo de aquellos que tienen una visión alternativa y formada de lo que en realidad ocurrió, sino de aquellos que simplemente dudan de la desacreditada versión oficial en torno a la autoría de la matanza.

La reconciliación –léase carpetazo– de Gabilondo va aun más allá cuando trata de desacreditar un hecho que es indiscutible incluso para aquellos que dan por válida la autoría islamista de la matanza. Me refiero al hecho de que todos, absolutamente todos, los sondeos publicados antes de las elecciones, incluidos los publicados por El País y La Vanguardia, situaban al PP como vencedor de las mismas. Es más: otro hecho indiscutible es que todos aquellos españoles residentes en el extranjero que votaron días antes de los atentados votaron mayoritariamente al PP, a pesar de que el CERA –Censo Electoral de Residentes Ausentes en el extranjero– no era tradicionalmente proclive –más bien todo lo contrario– al PP. Es más, tal y como señalaron unas encuestas de El Mundo y el propio CIS llevadas a cabo poco después de las elecciones, el 72,30 por ciento de los ciudadanos creía que Zapatero no habría ganado las elecciones sin el 11-M. La encuesta del CIS ofrecía el dato de que sólo el 53,8 por ciento de entre aquellos a quienes influyó el 11-M a la hora de votar se reafirmaron en su intención inicial. Por el contrario, el 21,9 por ciento confesó que fue a votar tras la matanza, cuando previamente no tenía intención de hacerlo, mientras un 13,8 por ciento decidió cambiar de voto.

No seré yo quien deje de criticar la meliflua campaña de perfil bajo de Rajoy en aquellas violentadas elecciones. Pero poner en duda, tal y como hace Gabilondo, que los atentados hicieron variar el comportamiento electoral es casi tan infundado como cuestionar que la matanza se perpetró precisamente para ello. ¿O qué cree Gabilondo que pretendían los terroristas perpetrando aquella barbarie precisamente a tres días de las elecciones? Incluso, puestos a creer de manera indubitada que los autores del 11-M eran terroristas islamistas, ¿nos quiere hacer creer Gabilondo que fueron los únicos terroristas islamistas que no celebraron que, tres días después, el partido de Aznar perdiera las elecciones?

Lo que sí que es verdad, desgraciadamente, es que los autores de la matanza –fueran islamistas o no– no lograron por sí mismos su buscado y logrado vuelco electoral. Contaron con la impagable ayuda de quienes clamaban "Esto nos pasa por un Gobierno facha", por los que acosaron las sedes del PP, por aquellos que se inventaban noticias para acusar a los pardillos gobernantes del PP de "ocultar información".

Si Gabilondo quiere reconciliación, que se reconcilie consigo mismo y con sus infames errores.

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