Imaginen un partido político que sólo se hubiera presentado a las elecciones generales en tres circunscripciones en las que, con un porcentaje de voto superior al 15% en cada una de ellas, hubiera obtenido un total de cinco escaños.
Ahora imaginen otro partido que, en esas mismas circunscripciones, hubiera obtenido un porcentaje de votos mayor que el anterior y que, en lugar de cinco, hubiera obtenido seis escaños. Este último partido político, además, se habría presentado en una cuarta circunscripción, donde habría obtenido un escaño más, si bien con un porcentaje de votos que alcanza sólo el 14,8% de los allí emitidos.
Pues bien, a la vista de la interpretación que algunos quieren hacer del Reglamento del Congreso, el primer partido de nuestro ejemplo podría, con sus cinco diputados, formar grupo parlamentario propio, mientras que el segundo, con sus siete diputados, no podría hacerlo, teniendo que integrarse en un descomunal grupo mixto. Es más, si el segundo partido de nuestro ejemplo, en la circunscripción en la que obtiene un 14,8 por cierto de los votos, no se hubiera presentado y, por tanto, no obtenido ni un solo escaño, tampoco tendría problema en formar grupo parlamentario con los seis diputados elegidos en aquellas circunscripciones en las que sí ha obtenido un porcentaje de voto superior al 15%.
Ni que decir tiene que una "interpretación" tan absurda de lo que dice el Reglamento del Congreso no es solo una afrenta a su letra y a su espíritu, sino al más elemental sentido común. Ni que decir tiene que esta "interpretación" va en dirección contraria a numerosos antecedentes de aplicación del Reglamento del Congreso fieles a su finalidad de facilitar la representación política de los diputados.
Sin embargo, la cosa cambia para muchos cuando semejante "interpretación" del Reglamento imposibilita el derecho de formar grupo parlamentario propio, no a los miembros de un partido indeterminado como era el de nuestro ejemplo, sino al partido de la ETA, a Amaiur, a esa gentuza que ni siquiera es capaz de condenar uno solo de los asesinatos perpetrados por su brazo armado.
Así las cosas, y dado que el PP tiene mayoría absoluta en la Mesa del Congreso, el partido de Rajoy podrá interpretar como le venga en gana el Reglamento contra la pretensión de los proetarras de formar grupo parlamentario. Y lo podrá hacer con el mismo descaro con el que la mayoría de magistrados designados por el PSOE dejaron en papel mojado la Ley de Partidos para favorecer, en este caso, la participación política de los proetarras.
Yo lo que digo es que algo negativo por algo negativo sólo da positivo en matemáticas. Y que una interpretación bochornosa y restrictiva hasta lo ridículo del Reglamento del Congreso no va a subsanar la negativa y neutralizante interpretación de la Ley de Partidos Políticos. Eso, sin olvidar que a Amaiur le queda el recurso de apelar la denegación de su grupo parlamentario que bien podría reconocer posteriormente el Tribunal Supremo.
En cualquier caso, esta torpeza por parte del PP, que algunos confunden con contundencia, tiene para mí también aromas de hipocresía cuando tengo en cuenta el silencio sepulcral que el partido de Rajoy ha estado manteniendo durante meses de cara a instar al Gobierno de Zapatero la ilegalización de Amaiur; un silencio sepulcral que, desde el punto de vista de la pedagogía política y de los principios, no quedaba justificado por el visto bueno del Constitucional a Bildu; un silencio sepulcral que quedó finalmente coronado con la inolvidable mentira de Rajoy de que el comunicado etarra de "cese definitivo" de la violencia "se ha producido sin ningún tipo de concesión política".
Y yo me pregunto, ¿cabe esperar de alguien que no considera lo de Bildu y Amaiur una concesión política a ETA, vaya ahora hacer todo lo que está en su mano para expulsarlos de las instituciones?
Como poder, puede ser, no todos los cambios tienen que ser a peor. De hecho algunos que no son tan malpensados como yo respecto a la capacidad de visión a largo plazo de Rajoy presentan la aparente negativa del PP a que Amaiur conforme grupo parlamentario como "un primer paso", como una "muestra" de una recobrada determinación a expulsarlos de las instituciones.
Espero, en cualquier caso, equivocarme, y que este "primer paso" no sea en realidad una nueva "metedura de pata" que haga aun más dificil seguir el camino.