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Guillermo Dupuy

La quimera de Pedro Sánchez

La dudosa victoria de Sánchez en las primarias significará la segura convocatoria de nuevas elecciones generales y su más que probable tercera derrota.

No se trata tanto de cuestionar el triunfo de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, que algunos ya dan por descontado, como de señalar lo pírrica que será esa supuesta victoria del madrileño si no va acompañada por unas anticipadas elecciones generales en las que ese partido mejore –por lo menos algo– los desastrosos resultados obtenidos en junio del año pasado. Sencillamente no tiene sentido que Pedro Sánchez recupere el liderazgo en su partido para que luego la abstención del PSOE sirva de sostén a Rajoy en lo que queda de legislatura. La dudosa victoria de Sánchez significará la segura convocatoria de unas nuevas elecciones generales y su más que probable tercera derrota. Y es que, salvo que el nuevo del CIS muestre un sorprendente bandazo, todos los sondeos publicados hasta la fecha no sólo entregan las llaves de Gobierno del PP a las solas manos de Ciudadanos, sino que relegan al PSOE a la tercera posición. En tales circunstancias, ¿en qué quedaría la victoria de Pedro Sánchez en las primarias, si bajo su liderazgo el PSOE obtiene los tres peores resultados de toda su historia?

El drama al que se enfrenta el PSOE no es tanto de liderazgo como de proyecto. Por un lado, los socialistas se enfrentan al hecho de que el espacio de una socialdemocracia más o menos moderna y equiparable a la que hay en Europa ha sido ocupado por el Partido Popular. Y girar todavía más a la izquierda para separarse y distinguirse de lo que constituye la acción de gobierno de Rajoy supone entrar en un terreno en el que los comunistas de Podemos llevan todas las de ganar. Si a eso le unimos el gran problema de fondo del PSOE, que es la falta de un proyecto nacional, combativo o al menos ajeno a las pulsiones separatistas de los nacionalistas, creo que está claro que la hipotética victoria de Sánchez en las primarias del 21 de mayo, por holgada que sea, no cerrará sino que abrirá todavía más la fractura de su partido.

Es cierto que la victoria de Susana Díaz no tendría un resultado muy distinto, pero ella por lo menos no está obligada por un "no, no y no" a Rajoy a sustentar inmediatamente su victoria con la convocatoria anticipada de unas nuevas elecciones. A diferencia del madrileño, la candidata andaluza podría permitirse estar tres años al frente del partido sin tener que pasar por las urnas.

Lo que está claro es que un partido puede ir paulatinamente perdiendo fuerza hasta la extinción, pero no hay liderazgo que lo acompañe durante todo ese camino. La supuesta victoria de Sánchez en las primarias no demostrará que el político madrileño está vivo, sino que es un muerto difícil de enterrar. La que, ciertamente, no podemos dar por muerta es la podemización del PSOE, mientras el PP siga ocupando el espacio de los socialdemócratas y dejando huérfano al electorado liberal-consevador.

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