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Guillermo Dupuy

¿Las niñas no tienen pilila?

Se puede ser crítico con mucho de lo que sostiene la llamada 'ideología de género' y, al tiempo, sentir la máxima solidaridad hacia los transexuales.

Se puede ser crítico con mucho de lo que sostiene la llamada 'ideología de género' y, al tiempo, sentir la máxima solidaridad hacia los transexuales.
Hazte Oir

Disculparán ustedes que haya puesto entre interrogantes el titulo de la célebre canción de Los Inhumanos, pero, visto lo que le ha pasado al autobús de la organización de Hazte Oír que lleva por lema "Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva",no querría yo ser detenido ni causar el más mínimo problema al periódico en el que escribo.

Si yo –entendiendo por yo lo que por tal cosa entiende mi cerebro– hubiera nacido sin pene, creo que correría de inmediato a ponerme uno. Y lo haría precisamente porque yo también soy de la opinión de que los niños tienen pene, y si no lo tienen, quieren tenerlo. Lo que no me cabe en la cabeza es que alguien que se siente hombre y tenga pene vaya corriendo a ponerse una vulva. Pero, en fin, allá la libertad de cada uno.

Dicen los nuevos inquisidores que la campaña de Hazte Oír constituye una "violenta agresión" a los transexuales, aunque yo, la verdad, no veo la violencia por ninguna parte, y más aun en ese lema, que, en cierto sentido, bien podría ser considerado una invitación al cambio de sexo para todas aquellas personas que sintiéndose pertenecer a un determinado sexo han nacido con los genitales del otro.

Personalmente, creo que se puede ser muy crítico con mucho de lo que sostiene la llamada ideología de género y, al mismo tiempo, sentir la máxima solidaridad hacia los transexuales y reconocer el derecho de todo ser humano a tratar de tener los genitales con los que se sienta más identificado. Y es que una cosa es aceptar que la naturaleza a veces pueda contradecirse y nosotros tener el derecho de enmendarla, y otra, muy distinta, sostener que la identidad de género nada tenga que ver con la biología sino con el ambiente cultural, tal y como dice el nuevo catecismo progresista.

Por otra parte, reivindico la libertad de los padres para elegir la educación que quieren para sus hijos sin que el Estado se arrogue la potestad de adoctrinarlos coactivamente ni en el terreno sexual ni en cualquier otro ámbito. Y de la misma forma que respeto que haya padres que quieran enseñar a sus hijos que hay niñas con pene y otras con vulva, con la misma naturalidad que les enseñan que hay niños rubios y morenos, pido el mismo respeto para quienes no piensan lo mismo.

Aunque no conozco en profundidad todo lo que sostiene Hazte Oír, y discrepe de algunas de las que conozco, lo que me parece inaudito es que se cuestione y hasta se criminalice su derecho a la libertad de expresión por lo que se dice en la carrocería de ese autobús, o por ser una organización católica o por defender cosas tales como el derecho a la vida de los embriones y fetos humanos, o el derecho de todo niño entregado en adopción a tener un padre y una madre, o a distinguir el matrimonio de las uniones civiles entre personas del mismo sexo. Ya nos dirán los nuevos inquisidores dónde está el delito cometido.

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