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Guillermo Dupuy

Los nacionalistas y el paripé de Soraya

Mientras Rajoy no esté dispuesto a intervenir ninguna autonomía, de nada servirá este supuesto plan de reforma, ya de por sí ridículamente reformista.

Por mucho que lo afirme un diario digno de consideración como El Mundo, ni el paripé de Soraya merece ser calificado como un "intento serio de reformar la Administración" ni el desprecio que le han dedicado los nacionalistas son "nervios" que puedan ser utilizados como "termómetro que pueda medir que la reforma administrativa de Santamaría va bien encaminada".

Un proyecto de adelgazamiento de nuestro sector público que se presenta con casi dos años de retraso, que sólo aspira a reducir el gasto en un importe tan nimio que ni siquiera alcanza a lo que nuestra deuda pública se incrementa en un par de meses y que, para colmo, se condiciona a que lo quieran cumplir en el futuro nuestras manirrotas autonomías es una auténtica tomadura de pelo. La llamada reforma Soraya es una muestra más de ese homenaje que el vicio rinde a la virtud, tal y como La Rochefoucauld entendía la hipocresía, que, a su vez, es el rasgo más característico del funesto Gobierno que padecemos.

Los supuestos "nervios" que los nacionalistas sienten hacia esta reforma no son más que el desprecio que sienten hacia un Gobierno que, como el de Rajoy, no se hace respetar ni siquiera a la hora de hacer cumplir la ley, y con él los nacionalistas nos muestran una vez más el error de quienes se empeñan en intentar contentar a quienes, como ellos, no se van a contentar.

El Mundo, quiere, sin embargo, convencerse de que el Gobierno de Rajoy tiene a su disposición un instrumento para forzar esta reforma como es "la Ley de Estabilidad Presupuestaria y el Fondo de Liquidez Autonómica, cuyas ayudas deberían estar condicionadas al cumplimiento del plan del Gobierno". Así debería ser, ciertamente. Sin embargo, la única cosa positiva que tiene el retraso en abordar esta reforma es que nos ha dado tiempo para comprobar que, con Rajoy al frente del Gobierno, la Ley de Estabilidad Presupuestaria sólo ha servido de papel higiénico para nuestros manirrotos gobiernos de taifas, mientras que el Fondo de Liquidez Autonómica ha sido y sigue siendo el principal instrumento financiero gracias al cual los nacionalistas pueden permitirse su carísimo proceso de construcción nacional, todo él radicalmente ilegal. Y es que mientras Rajoy no esté dispuesto a intervenir ninguna autonomía, de nada servirá este supuesto plan de reforma, ya de por sí ridículamente reformista.

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