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Guillermo Dupuy

Rajoy, mejor en Santa Pola

La corrupción ideologica del PP es lo que me hace pensar que estaríamos mejor si Rajoy se hubiera dedicado a forrarse como registrador en Santa Pola.

Por mucho que ser registrador de la propiedad ya no sea lo que fuera, no voy a dudar de Rajoy cuando afirma que si le interesara ganar dinero no se hubiera dedicado a la política. Teniendo en cuenta que, con 24 años, se convirtió en el registrador de la propiedad más joven de España, y lo lucrativo que ha debido de ser ese puesto en una localidad como Santa Pola, es muy probable que Rajoy hubiera acumulado como registrador un patrimonio una decena de veces superior al que ahora tiene como político.

Esto no quiere decir, sin embargo, que los beneficios que Rajoy haya podido encontrar en la actividad política no sean mayores que los que obtenía con su profesión. Y es que no todos los beneficios que procura una actividad son de índole pecuniario. Hay otro tipo de retribución, no material, que puede llevar a uno a preferir una actividad menos sustanciosa desde el punto de vista monetario. En el caso de los políticos también opera, muy especialmente, la búsqueda del poder.

Creo que hay pocas cosas más elogiables que una persona pueda hacer en beneficio de la sociedad que dedicarse honradamente a ganar dinero. Tampoco voy a denigrar la búsqueda del poder. Ambas cosas las envidio sanamente. Lo que es reprochable en el caso de Rajoy es su falta de responsabilidad in vigilando para impedir que, en el seno de su partido, hubiera gente que se dedicara a forrarse, cosa que es precisamente a lo que Rajoy renunció a favor de la actividad política.

Con todo, y como ya he señalado en otras ocasiones, lo que personalmente más reprocho al actual presidente del gobierno –y lo que me lleva a pensar que estaríamos mejor si se hubiera dedicado a forrarse como registrador de la propiedad– es que no haya vinculado su legítima ambición por el poder a un proyecto ideológico de transformación de nuestra sociedad, y que, por el contrario, se haya limitado a ser un mero gestor de un modelo heredado, estructuralmente insostenible.

A mí claro que me parecería mal –si es verdad lo que decía este lunes el principal titular de portada de un periódico– que a Rajoy le hubieran pagado con dinero de Gürtel unos billetes de avión, así como a su mujer, a su hijo y a su asistenta. Pero qué quieren que les diga, mucha mayor malversación me parece, entre innumerables ejemplos, la persistente utilización de traductores de lenguas regionales para que los senadores no tengan que debatir entre ellos en la única lengua que todos ellos conocen, que es, a su vez, la única oficial del Estado. Por grave y denunciable que sea el caso Bárcenas, mucho más criticables y corruptas me parecen los miles de empresas, fundaciones y demás organismos públicos que sólo operan como legales redes clientelares a cargo del contribuyente.

A mí lo que me parece surrealista es que Camps tuviera que dejar la política por unos trajes, que creo sinceramente que ni él sabe si pagó, y no lo haya hecho, sin embargo, por la malversación que constituyen los cientos de millones que euros que ha costado el aeropuerto sin aviones de Castellón o los 175 millones que iba a costar la Ciudad de las Ciencias y las Artes de Valencia, que luego resultaron 1.300 millones, y que ahora causa pérdidas de 55 millones de euros anuales.

Es esta corrupción ideológica que padece el PP, esa falta de principios que tan similar lo hace al socialismo de Zapatero, lo que sí justificaría que Rajoy abandonase la política y se marchase, a forrarse, a Santa Pola.

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