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Guillermo Dupuy

Una segunda oportunidad para el voto del miedo

Con tal de seguir utilizando el miedo al frente popular/separatista a su favor, Rajoy nos aboca al riesgo de que ese frente se conforme

La rocambolesca decisión de Rajoy de renunciar a la investidura pero no a la candidatura a la Presidencia del Gobierno sólo obedece a un propósito: dar una segunda oportunidad al miedo, gracias al cual nuestro infausto presidente pensaba que iba a ganar con mayoría suficiente las elecciones del 20-D. La estrategia arriolana de utilizar el temor a la llegada de un frente popular para convencer al tradicional electorado del PP que se había abstenido, o había votado a Vox, Ciudadanos o UPyD, de que volviese al redil, aun con la nariz tapada, perdió bastante fuelle en los meses inmediatamente anteriores al 20-D. Y lo perdió hasta el punto de que no impidió que el PP perdiese un tercio de su electorado ni el despegue de Ciudadanos.

Ahora, sin embargo, Rajoy pretende rescatar ese in fear we trust –tal y como con acierto lo bautizó Pedro J. aun a riego de que ese justificado temor se convierta en una inevitable realidad si PSOE y Podemos llegan a un acuerdo y hacen innecesarias unas nuevas elecciones. Esto es lo que hace verdaderamente indecente y hasta cierto punto contradictoria su decisión de renunciar a la investidura pero no a la candidatura a la Presidencia del Gobierno. Rajoy tenía y aún tiene en su mano evitar el frente popular y lograr un Gobierno del PSOE con el respaldo de Ciudadanos y del PP. Es más, bastaría que el PP se abstuviera en la investidura de Sánchez para que este pudiera ser investido con el único apoyo de Ciudadanos y aun teniendo a toda la oposición en contra.

Rajoy, sin embargo, con tal de seguir utilizando el miedo al frente popular/separatista a su favor, nos aboca al riesgo de que ese frente se conforme. Por lo visto, la necesidad de lograr un acuerdo entre los tres partidos nacionales y el temor a un frente popular no son tan grandes cuando se trata de exigir a Rajoy que renuncie definitivamente a la Presidencia.

Lo más lamentable de todo es que nada nos garantiza que unas segundas elecciones generales hagan desaparecer aquello que hubiese impedido conformar Gobierno tras las primeras. Naturalmente, cabe esperar que haya un corrimiento de votos, pero no hasta el extremo de lograr que el PP pueda gobernar con el voto en contra del PSOE y viceversa.

A eso le llaman sentido de Estado, unos y otros.

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