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Guillermo Dupuy

Zapatero o el cirrótico donante de hígado

Como tan magistralmente ha señalado Merkel, "un buen europeo no es aquel que acude corriendo a ayudar, sino aquel que respeta los contratos con sus socios europeos". Claro que esto deja mal a Zapatero.

Lo único bueno que tiene en mi opinión el último plan de rescate a Grecia, que nuevamente han sellado al alimón Alemania y Francia, es que no se va aplicar por ahora. Gracias a las justificadas reticencias de Merkel, ese conjunto de préstamos bilaterales de varios miembros de la zona euro, combinado con dinero aún por concretar del FMI, sólo se llevará a cabo in extremis.

Lo peor de dicho plan, y que roza lo demencial, es que España, con uno de los mayores ritmos de endeudamiento y con el mayor nivel de paro de Europa, se plantee participar en esos préstamos en una cuantía que puede oscilar entre los 2.000 y los 2.500 millones de euros. Eso es tanto como que un alcohólico afectado por la cirrosis se hiciera donante de hígado. Sin embargo, Zapatero, con tal de sostener la ficción de que nuestro gobierno es parte de la solución, y no del problema, demuestra que es capaz de prestar hasta lo que debemos. Más aun cuando acaba de volver a ser clamorosamente ninguneado en su condición de presidente de turno de la UE.

Con igual o menos motivo, países como Portugal y Países Bajos, se han excluido a la hora de participar en ese eventual plan de rescate. Eso, por no hablar de las reticencias, antes señaladas, de Alemania, que contrastan con la alegre e irresponsable prodigalidad, disfrazada de solidaridad europea, de nuestro Gobierno.

Es cierto que nuestro nivel de endeudamiento todavía no alcanza al de otros países; sin embargo, nuestro déficit y ritmo de endeudamiento sí están a la cabeza de la UE, y desde la propia Bruselas no paran de referirse a España como el otro "gran enfermo" de la Unión.

Con todo, es muy posible que a Zapatero esta prodigalidad, que pretende vender como muestra de europeísmo, le salga por la culata. Y es que la gente, que no suele ser muy consciente de lo que no se ve –leáse endeudamiento y déficit públicos–, está ahora más sensibilizada por la subida de impuestos aprobada por el Gobierno. Prueba de ello es que el propio Zapatero se ha puesto a la defensiva con argumentos tan patéticos como el de que no estamos "dando dinero", sino "prestando y, además, con intereses", al tiempo que señalaba que los préstamos "no afectarán al déficit sino a la deuda". Vamos, como si nosotros no pagáramos intereses por nuestra propia deuda o como si nuestro alarmante déficit público no generara deuda alguna.

Pero en fin, ¡qué vamos a esperar de un presidente de gobierno que hasta hace pocos años creía que el "déficit cero" era cosa distinta al "equilibrio presupuestario"! Lo que cabe esperar de él es que siga vendiendo esta irresponsable participación española en el "plan de rescate" como prueba de que España cuenta a la hora de solucionar los problemas.

La triste realidad, sin embargo, es que nuestro país es uno de los que más los está generando. Y si Zapatero quisiera atender de verdad sus compromisos europeos, empezaría por atender a los que afectan a nuestro propio déficit y endeudamiento. Y es que, como tan magistralmente ha señalado Merkel ante el Bundestag, "un buen europeo no es aquel que acude corriendo a ayudar, sino aquel que respeta los contratos con sus socios europeos. Así es como se refuerza la estabilidad del euro". Claro que esto deja mal a Zapatero, tanto en su condición de gobernante español como en la de europeo.

En Libre Mercado

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