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Guillermo Dupuy

Zapatero sabe qué hacer frente a la crisis

Una cosa es que el Gobierno no sepa "ni cuándo ni cómo" va nuestro país a salir de la crisis, y otra muy distinta que los socialistas carezcan de estrategias sobre cómo tratar de reducir su impacto negativo sobre las expectativas electorales del PSOE.

Una cosa es que el Gobierno de Zapatero no sepa "ni cuándo ni cómo" va nuestro país a salir de la crisis, y otra muy distinta que los socialistas carezcan de estrategias o ideas claras sobre cómo tratar de reducir su impacto negativo sobre las expectativas electorales del PSOE. En este último terreno, los socialistas –con razón, o sin ella– siempre han parecido tenerlo claro.

Como todos recordarán, Zapatero decidió, en un primer momento, que la mejor forma de evitar el perjuicio electoral era negar la existencia misma de la crisis, presentándola como el delirante diagnóstico de mentes "catastrofistas" o "antipatriotas". Pasadas las elecciones –cuando ya la extensión y dureza de la crisis hacía contraproducente perpetuar esta forma de negar la realidad– el Gobierno se avino a reconocer públicamente su existencia, si bien le endosó su responsabilidad a la crisis internacional de carácter financiero que tenía su origen en los Estados Unidos y en la desregulación "neoliberal".

Esta estrategia, que sigue siendo otra forma de negar la realidad y que todavía está vigente, rápidamente fue complementada con la de llevar a cabo proyectos legislativos que ejerciesen como cortinas de humo, así como emprender una política de barra libre al gasto público que paliara los efectos negativos y más visibles de la crisis, por mucho que, a medio y largo, plazo los agravara.

Aunque estos dos nuevos ejes de actuación ya tuvieran sus antecedentes en el primer año de esta segunda legislatura de Zapatero –recordemos el Plan E o el proyecto de reforma de la ley del aborto–, las subvenciones y las cortinas de humo todavía van a marcar de forma más decidida esta "segunda fase" y este "nuevo ritmo" del nuevo Gobierno, tal y como se deduce de las propias palabras de su presidente.

Así, ampliar la cobertura por desempleo –"salario anticrisis", lo llaman los sindicatos–, subvencionar al sector de la construcción aumentando todavía más un stock de más de 1,5 millones de viviendas que no encuentran comprador, o aumentar el pesebre de los propagandistas de Cultura, son sólo algunos de los ejemplos de esta irresponsable huida hacia adelante del Gobierno mediante el gasto y el endeudamiento publico. Por su parte, la tramitación de la polémica ley del aborto, la liberticida ley de Libertad Religiosa, la de Igualdad de Trato, la Audiovisual o la Ley de la Ciencia son algunos de esos proyectos legislativos que, a pesar de su nula demanda social, bien pueden ejercer el papel de cortina de humo frente a la crisis económica.

Así las cosas, a nadie le deberían sorprender la rapidez y la contundencia con las que el Gobierno de Zapatero ha censurado las declaraciones del gobernador del Banco de España, a pesar de haber sido el Ejecutivo el que lo designó para el cargo. Y es que las advertencias de MAFO sobre la necesidad de emprender reformas estructurales y de recortar el gasto público chocan frontalmente contra una estrategia ya definida de huida hacia adelante ante una crisis de la que el Ejecutivo no sabe "ni cómo ni cuándo" salir.

Desde luego, si Solbes ha salido del Gobierno no ha sido para que ahora este siga las, en términos generales, sensatas recomendaciones del gobernador del Banco de España. Incapaces de reconocer la mano del sector público en el origen de la crisis y en las perturbaciones cíclicas que padece el capitalismo intervenido, los socialistas no van a hacer más que alimentar esa gran ficción que es el Estado, según la cual, como decía Bastiat, todos creen poder vivir a costa de todos los demás. Con este claro panorama, que nadie descarte una próxima marcha de MAFO pero, sobre todo, que nadie dude de que echaremos de menos a un mal ministro de Economía como ha vuelto a ser Pedro Solbes.

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